La Cámara de Ámbar, considerada la octava maravilla del mundo, conserva intacto su misterio 80 años después de que se la llevaran los nazis de San Petersburgo. Mientras continúa la búsqueda del tesoro perdido durante la guerra, los turistas pueden admirar el encanto barroco de su réplica.
«Seguro que la encontrarán. Es mi intuición. Una obra de arte de ese calibre la debieron de ocultar tan bien que nadie ha podido encontrarla hasta ahora», comentó a Efe Larisa Bardóvskaya, investigadora del Palacio de Catalina, hogar de la famosa habitación.
Una deslumbrante réplica
Atraídos por la leyenda que le acompaña desde que fuera creada a principios del siglo XVIII y después regalada por el rey prusiano Federico Guillermo al emperador ruso Pedro el Grande (1717), decenas de miles de personas visitan anualmente dicho palacio a las afueras de San Petersburgo para dejarse cegar por el brillo del ámbar en la restaurada cámara.
Los turistas quedan tan impresionados con la luminosidad del ámbar, las gemas, los mosaicos, los candelabros y los espejos que le acompañan, que cuando se les pregunta después de varias semanas qué tiempo hacía en la antigua capital zarista, todos dicen que era «fantástico».
«Lo que tenemos ahora es una obra de arte del siglo XX. El ámbar crea la sensación de que brilla el sol y que no hay problemas», explica sobre la restauración de la cámara, que comenzó con la Unión Soviética (1979) y terminó con Rusia (2003), con ocasión de los 300 años de la fundación de la ciudad.
Se utilizaron seis toneladas de ámbar procedente de toda la costa del Báltico. Después de ser cocidas y tamizadas, quedaron 1.200 kilos de cristal, que son los que componen el actual mosaico de 5 milímetros de grosor que cubre tres de sus cuatro paredes de la habitación.
Los propios habitantes de la ciudad, muchos de cuyos tesoros fueron destruidos durante los casi 900 días de bloqueo, fueron los que convencieron a las autoridades de la necesidad de restaurar el palacio.
«Era muy doloroso. Todos querían que las cosas fueran como antes. El parqué se conservaba, la lámpara también. Sólo faltaba el ámbar», dijo.
Las obras de restauración, en la que también participaron expertos alemanes, se interrumpieron por falta de fondos tras la caída de la URSS en 1991, pero se reanudaron con financiación teutona.
De hecho, los presidentes ruso, Vladímir Putin, y alemán, Gerhard Schröder, fueron los que la inauguraron después de casi un cuarto de siglo de trabajo.
El misterio que no cesa
«Los alemanes la consideraban suya, ya que fueron sus artesanos quienes la construyeron», señala sobre el robo de la habitación por los soldados alemanes en septiembre de 1941.
Pese al tiempo pasado, el misterio sobre el paradero de la antigua cámara no cesa. Recientemente,;una expedición polaca levantó todas las alarmas al asegurar que el tesoro de ámbar se encontraba en el fondo del mar Báltico después de que el buque que lo transportaba fuera hundido por un torpedo soviético.
Falsa alarma. Semanas de búsqueda no dieron ningún resultado. Hay un gran número de búnker, minas y túneles secretos, además de palacios abandonados, en los que podría encontrarse el preciado tesoro; según historiadores alemanes y polacos.
Hay versiones para todos los gustos, incluido su traslado a EEUU. La más creíble es que la cámara fuera destruida en el bombardeo británico de septiembre de 1944 o la posterior ofensiva soviética en el enclave de Kaliningrado; donde los alemanes habían trasladado el ámbar en barco desde Riga en 1941.
Hitler se quedó sin habitación
Por suerte o por desgracia; la cámara nunca llegó a la ciudad austríaca de Linz donde debía haber sido expuesta de manera permanente en un museo dedicado a Hitler.
El mayor experto alemán en ámbar, Alfred Rode, logró quedarse provisionalmente con el tesoro en Kaliningrado, antigua Königsberg y actual territorio ruso; para su estudio y exhibición. La investigadora rusa cree que la escondió bajo llave.
«Rode era un enamorado del ámbar. Lo habrá escondido en un lugar seguro. Será interesante saber qué ocurrió y quién lo encontrará», señala. De esa forma, añade, «creó la leyenda y el misterio que todos intentan ahora discernir».
Contribuye a enriquecer la leyenda el hallazgo de ocasionales piezas de la cámara original como el mosaico florentino y la cómoda de ámbar regaladas por Berlín a Putin en el año 2000.