Mayordomo del Vaicano desató escándalo en el año 2012

Hasta los momentos no se sabe si el Papa Benedicto XVI renunció por la deslealtad de Paolo Gabriele, su mayordomo. El asistente robó, en 2012, documentos que mostraban el lado oscuro del Vaticano y los filtró a la prensa. Fue condenado a 18 meses de prisión hace exactamente nueve años. La trama de un escándalo olvidado.

En 2012, séptimo año de Benedicto XVI, una serie de documentos que debieron ser secretos desnudaron la intimidad, o parte de la intimidad, de la siempre celosa Curia romana, de sus intrigas, de sus pequeños y privados círculos de poder, de sus ambiciones, sus guerras internas, sus envidias y sus miserias.

La maravillosa obra de la Iglesia se da por descontada. Pero los documentos filtrados a la prensa mostraban el lado oscuro del Vaticano, que no quedaba por ello más lejos de Dios, pero sí un poco más cerca de Rodrigo Borgia, papa Alejandro VI, sobre el que Maquiavelo escribió en los albores del siglo XIV una frase de plena vigencia: “Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen”.

En marzo de 2012, el periodista Gianluigi Nuzzi reveló en su programa de televisión Gli intoccabili (Los intocables) dos cartas enviadas por el nuncio apostólico en Estados Unidos, monseñor Carlo María Viganó, en las que denunciaba la “corrupción y la mala gestión” en la administración vaticana.

muchos documentos secretos se filtraron a más periodistas italianos: contenían historias que dejaban al desnudo una lucha constante por el poder, terrenal se entiende, y una carencia acaso alarmante de transparencia financiera y de cumplimiento fiel con las normas internacionales contra el lavado de dinero. La denuncia sobre la corrupción en el Vaticano alertaba incluso sobre el pago de sobornos, o donativos, pedidos por algunos altos prelados para acceder a una audiencia con el pontífice.

Benedicto XVI nombró a un consejo de tres cardenales encargado de investigar la filtración de documentos en marzo de 2012. Encabezó la comisión el cardenal español Julián Herranz, superior del Opus Dei, que estaba autorizado a compartir información con los fiscales del Vaticano que investigaban a la burocracia de la Santa Sede.

“Paoletto” fue a la cárcel, donde confesó lo obvio, el robo de los documentos, y su cesión a la prensa. Dijo que él era un “infiltrado del Espíritu Santo” en la Santa Sede y que todo lo que había hecho fue en beneficio de Su Santidad, para ayudarlo en su lucha contra “los malignos” y porque veía a Benedicto XVI “mal informado”. Gabriele dijo que pensó que un shock mediático como el que sabía iba a seguir a la revelación de la información secreta, podría haber ayudado a que la Iglesia volviera al camino correcto.

Elsiglo