Quienes residen en la calle Colón de la zona norte de La Victoria, municipio Ribas, dijeron que la zona se encuentra en la actualidad llena de fallas en los servicios básicos, lo que los mantiene preocupados y ven cada vez más alejadas mejoras en su calidad de vida.
En este sentido, tanto los vecinos como los transeúntes aseveraron que desde hace más de ocho años claman por ayuda gubernamental, sin embargo, poco o nada han conseguido, a pesar de los múltiples llamados de atención que han realizado con el paso del tiempo a las alcaldías de turno.
Y es que ellos indicaron que con el pasar del tiempo cada vez son más deficientes los principales servicios públicos, siendo uno de los que más los aquejan, son las vías deterioradas y la intermitente distribución de agua por tuberías, la cual llega una vez a la semana y si están de suerte, puede que hasta dos.
«Nos está llegando sólo un hilito de agua, cada vez que les da la gana a los de Hidrocentro de colocarla, de lo contrario debemos pegar mangueras en las tomas de agua cercanas para poder conseguir un poco del vital líquido, por lo menos para cocinar y bañarnos, la casa después vemos como la limpiamos», manifestó Rosana Martínez.
De la misma forma, María Llanos afirmó que este no sería el único inconveniente presente en la antigua calle, ya que los huecos son el factor denominador que no les permite tener un libre tránsito.
«Por aquí es casi imposible pasar de verdad, sea caminando o en carro es horrible, porque hay cualquier cantidad de cráteres y ahorita que está lloviendo todos los días es peor, porque eso se pone como una laguna de agua, piedras y barro», dijo Llanos.
Igualmente la afectada puntualizó que sentarse en el frente de sus viviendas o reunirse en los porches, ha quedado en el olvido de los moradores, pues las fallas en el sistema de alumbrado público a traído consigo que los delincuentes permanezcan constantemente al acecho.
«Esta es una zona tranquila, pero la «boca de lobo» que hay en las noches en alguno de sus tramos, hace que los pillos hagan de las suyas y más sabiendo que las labores de patrullaje las hacen una vez a la cuaresma. Estamos conviviendo con temor», señaló Teresa Landaeta.
DANIEL MELLADO | elsiglo