Venecia cobrará la entrada a turistas a partir del próximo año

Con torniquetes a la entrada que impedirán el paso sin boleto, Venecia intentará detener las invasiones de turistas.

En la Basílica de San Marcos, el ícono bizantino por excelencia de Venecia, hay 2 mil metros cuadrados de mosaicos en los pisos. El diseño tiene, al menos, 10 siglos de existencia. Fue creado por artesanos venecianos en el siglo XI y, desde entonces, ha tenido que restaurarse en un 80 %. En 2018, la ruptura de los patrones bajo la presión constante de los visitantes llevó a desarrollar un polémico proyecto de impermeabilización: el desgaste, en gran medida, se debe al impacto constante de las mareas altas y los turistas.

Hoy en día, sólo el 20 % del mosaico y mármoles en el piso son originales. Lo más lamentable es que muchas de las personas que visitan la iglesia desconocen, siquiera, que hay un patrón milenario debajo de sus pies: los otros turistas lo bloquean. En un afán por detener el deterioro de la ciudad, el gobierno local decidió cobrar una tarifa para aquellos que deseen visitarla. Especialmente durante los meses de temporada alta, típicamente en verano, cuando se concentran los 30 millones de visitantes anuales que la ciudad recibe.

¿Tarifas para todos?

La cifra anterior la estimó Business Insider el año pasado, considerando la concentración de personas que visitaban Venecia previo a la pandemia. Con un respiro del turismo internacional, las autoridades locales se dieron cuenta de dos cosas: que los canales no podrían soportar ese volumen de visitantes mucho más y, en contraste, que la economía veneciana depende en su mayoría de estos ingresos.

Con las restricciones sanitarias impuestas por la emergencia sanitaria, los venecianos tomaron resoluciones tajantes. La primera de ellas, en aras de preservar el patrimonio cultural de la ciudad: se eliminó por completo la visita de cruceros masivos. Después de marchas sobre los canales y demostraciones en redes sociales, las autoridades locales decidieron desviar el desembarque de este tipo de naves a un puerto aledaño, desde donde los visitantes podrían tomar un camión para llegar a Venecia.

La resolución fue criticada. Sin embargo, fue vista con buenos ojos por parte de los gestores culturales italianos y por los habitantes. Hoy, Venecia va un paso más allá: «para frenar la avalancha de visitantes», sentencia Smithsonian Magazine, «los funcionarios italianos anunciaron planes para cobrar tarifas de entrada y de salida» para ingresar a la ciudad. Además, se requerirá de una reservación previa, de manera que los visitantes puedan gestionarse y distribuirse más sanamente.

A pesar de las restricciones sanitarias por COVID-19, el pulso de visitantes se repuso en Venecia. Hasta hoy, el récord pospandémico se posiciona en 80 mil visitantes diarios. En poco tiempo, si se sigue este patrón, los 30 millones de turistas anuales podrían convertirse en una realidad de nueva cuenta. Por esta razón, la regulación se enfocará en excursionistas de entrada por salida.

Una medida de concientización cultural

Los legisladores venecianos aprobaron las medidas esta semana. Sin embargo, la moción no es nueva entre los italianos del norte. Por el contrario, se han trabajado durante años, en los que la existencia de la ciudad se ha puesto en riesgo por la cantidad de visitantes anuales. Finalmente, no fue diseñada para recibir a esa cantidad de personas.

Sin embargo, el establecimiento de estas tarifas se retrasó por la pandemia. Con este espacio de relativo silencio en los canales venecianos, después de que Italia pasara un periodo oscuro de contagios, las autoridades decidieron apretar la marcha para proteger su patrimonio cultural. A partir del próximo verano, tendrán que reservarse boletos con anticipación —así como se hace con los museos más visitados del mundo—, en un rango de precios entre 3 y 10 euros.

Los precios variarán según la temporada y el número de turistas esperado para entonces. Sin embargo, hay un detalle: aquellas personas que reserven estancias en hoteles locales, los niños menores de 6 años o los residentes que visiten a sus familias no tendrán que pagar nada. Quienes no entren en esta categoría tendrán que ingresar al sector histórico la ciudad por medio de torniquetes, para que la ciudad realmente perciba los beneficios de estas medidas.

Ciertos lugareños criticaron las medidas. Las llamaron «humillantes para la ciudad, sus habitantes y los visitantes». Sin embargo, las autoridades de Venecia optaron por llegar a estos extremos para mitigar el deterioro de su infraestructura antigua. El mantenimiento, restauración y constante cuidado de la ciudad requiere de profesionales especializados que, a su vez, también cobran tarifas altas. En palabras del ministro de cultura, Dario Franceschini, la «intervención ya no podía retrasarse«.

elsiglo