Establecimientos beirutíes ceden sus voltios en medio de una gran escasez

Desde una clínica veterinaria para enchufar máquinas de oxígeno y cafeterías para recargar los móviles hasta una escuela de música para evadirse a través de los instrumentos: los negocios que todavía tienen electricidad en Beirut tratan de ayudar a la población a sobrellevar la grave crisis energética.

El restaurante Mayrig fue el primer establecimiento en ofrecer sus instalaciones de forma altruista, después de que el pasado 11 de agosto el Banco Central del Líbano anunciase que no podrá seguir subsidiando la importación de combustible necesario para, entre otras cosas, hacer funcionar los generadores eléctricos del país.

Con el suministro público casi inexistente, los hogares libaneses viven desde entonces con un par de horas de electricidad al día en el mejor de los casos debido al racionamiento por parte de los operadores de los generadores, que no pueden encontrar diésel y cobran por sus limitados servicios cantidades desorbitadas.

Por el momento se desconoce si el Banco Central llevará a cabo su amenaza, pero la crisis ya está desatada.

SIN LUZ EN LAS CASAS

“Los empleados venían pronto y cuando tenían un descanso no salían del restaurante, cada vez que les preguntaba el porqué me decían que no tenían electricidad en casa y no tenían aire acondicionado, no podían recargar, no podían trabajar en sus ordenadores”, explicó a Efe la dueña de Mayrig, Aline Kamakian.

Fue entonces cuando decidió ofrecer a los beirutíes en las redes sociales que acudiesen a su local para recargar sus aparatos electrónicos sin necesidad de consumir, en momentos en que el 78 % de la población del país vive además en la pobreza, según estimaciones de la ONU.

La invitación se hizo “viral” enseguida e inspiró a otros negocios, en su mayoría cafeterías y restaurantes, a seguir sus pasos. “Ha dado un rayo de positividad en estos días oscuros. La idea es simplemente estar aquí juntos porque no tenemos otra opción que apoyarnos unos a otros”, sentenció Kamikian.

MÚSICA PARA EVADIRSE

Yara toca el piano desde hace ocho años y, aunque tiene uno eléctrico en casa, ya no puede usarlo debido a los continuos apagones.

Por ello, como muchos otros, estos días aprovecha que la Escuela Libanesa de Música ha abierto sus puertas al público de forma gratuita no solo para descansar y cargar sus aparatos electrónicos, sino también para practicar con los instrumentos musicales.

“Todos estamos pasando por los mismos tiempos difíciles y para alguna gente como yo hacer música, componer o simplemente tocar tus canciones preferidas es una forma de olvidar todos los problemas”, indicó a Efe la adolescente, de 16 años, frente a la sala en la que practica con un amigo.

El gerente de la escuela, Hrayr Gilapochian, reconoció a Efe que ellos mismos van solucionando su aprovisionamiento de combustible “día por día”, pero aun así están pudiendo abrir durante algo más de ocho horas diarias para que la gente vaya a “descansar”, hacer uso de la electricidad o tocar.

“Nos gustaría ayudar a nuestros estudiantes, a nuestra comunidad y a la vez a los libaneses dándoles la oportunidad de venir, practicar aquí gratis, utilizar nuestros instrumentos como piano, violín, guitarras”, afirmó Gilapochian en una de las sucursales de la academia en Beirut.

De este modo, la gente tiene la oportunidad de pasar un rato que les ayude a “cambiar su estado de ánimo” en medio de la dureza de la situación.

CON PERROS Y GATOS

Entre los establecimientos que se han animado a tender una mano a la población de la capital y están difundiendo sus iniciativas en las redes sociales para llegar al mayor número de personas, destaca el caso del Centro de Animales V.I.Pet.

“V.I.Pet da la bienvenida a cualquiera que necesite electricidad, podéis traer vuestras máquinas de oxígeno”, reza el anuncio en su página de Facebook.

Maryam, una de las empleadas de este centro veterinario y de aseo, entrenamiento y hospedaje para mascotas, detalló a Efe que tomaron la decisión tras darse cuenta de que “muchos pacientes no están encontrando electricidad para sus concentradores de oxígeno”.

Ante la gravedad de la situación, y mientras los propios hospitales libaneses luchan por seguir abiertos, la sala de espera de este centro permanece abierta no solo para las personas con afecciones respiratorias, sino también para todo aquel que necesite conectar sus teléfonos o ordenadores.

“No es un sitio tranquilo porque tenemos gatos y perros, pero estamos haciendo todo lo que podemos para ofrecer lo mejor a la gente necesitada”, concluyó Maryam.

EFE