El Barcelona desmantela en 4 años la MSN

Con el adiós de Leo Messi desapareció de la plantilla del Barcelona el último integrante de la MSN, un tridente del que también formaron parte Luis Suárez y Neymar da Silva, principal responsable del triplete logrado en 2015 en Berlín, argumento de Josep Maria Bartomeu para ganar las elecciones ese verano y protagonista de una sólida amistad.

El Barcelona desmantela en 4 años la MSN
Foto: Referencial

“Tenemos triplete y tenemos tridente”, dijo a menudo Bartomeu durante la campaña electoral tras tocar el cielo en Berlín. Acababa de finalizar la primera temporada de la MSN con un total de 122 goles (58 de Messi, 39 de Neymar y 25 de Suárez) y 64 asistencias (31 de Messi, 23 de Suárez y 10 de Neymar), claves para la consecución de la Liga de Campeones, la Liga y la Copa del Rey.

Bartomeu ganó las elecciones y su tridente no le defraudó en el segundo curso con los colores del Barça. Las cifras, que ya habían sido espectaculares, se elevaron hasta niveles extraterrestres con un total de 131 goles (59 de Suárez, 41 de Messi y 31 de Neymar) y 73 asistencias (25 de Neymar y 24 de Messi y de Suárez) que dieron el doblete de Liga y Copa.

Mientras tanto, se fraguó una amistad entre los tres, con Messi como núcleo, que convirtió en habituales sus imágenes compartiendo momentos de ocio, hasta el punto de disfrutar junto a sus familias de las vacaciones veraniegas. Eran inseparables, dentro y fuera del campo. Y el Barça iba logrando patrocinios, como el de Rakuten, con el argumento principal de poseerlos a los tres.

En aquel momento se hacía difícil imaginar que alguno de ellos quisiera abandonar el barco, pero en uno de los partidos más mágicos de la historia contemporánea del Barça, la remontada por 6-1 al Paris Saint-Germain (la vida es caprichosa) en los octavos de final de la Liga de Campeones 2016-2017, Neymar se sintió herido.

A pesar de haber sido el mejor jugador del partido, autor de dos de los tres goles que el Barça anotó a partir del minuto 88 y asistente en el definitivo, el de Sergi Roberto, al día siguiente las portadas fueron igualmente para un Messi eufórico celebrando la agónica clasificación con la grada del Camp Nou.

Neymar se dio cuenta de que si algún día quería liderar un equipo y tener opciones de convertirse en el número uno debía marcharse del club azulgrana.

Dicho y hecho. En el verano del 2017 el PSG pagó la cláusula de rescisión de 222 millones de euros y el tridente cerró su etapa con sus números más ‘discretos’: 110 goles (54 de Messi, 36 de Suárez y 20 de Neymar) y 66 asistencias (26 de Neymar, 20 de Messi y 20 de Suárez). Tan solo se ganó la Copa del Rey.

De todas formas, la amistad entre los tres continuó y el brasileño no tuvo ningún reparo en regresar a Barcelona habitualmente para visitar a sus amigos Messi y Suárez, lo que acrecentó los rumores de que se arrepentía de haberse marchado a París y que podía volver a vestir la camiseta azulgrana.

Pero eso nunca sucedió. Bartomeu fichó a Philippe Coutinho (120 millones más variables) y a Ousmane Dembélé (105 millones más variables) con el descomunal ingreso procedente del PSG y ninguno de los dos consiguió ni acercarse al nivel de Neymar. Mientras, la masa salarial empezaba a dispararse al mismo tiempo que el rendimiento deportivo disminuía, acumulándose los fracasos en Europa.

Además, gran parte de la afición azulgrana y de la prensa comenzaron a señalar a Suárez porque ya no era tan decisivo como antes. Consideraban que seguía siendo siempre titular por ser el protegido de Messi y que era uno de los culpables de que el vestuario tuviera demasiado poder en las decisiones deportivas.

Finalmente, Bartomeu aceptó el pasado verano el traspaso del uruguayo al Atlético de Madrid por un precio simbólico. Y Suárez acabaría siendo una pieza clave en la consecución del título de Liga de los ‘colchoneros’.

Ya entonces, el tridente hubiese podido quedar desmantelado del todo si Messi hubiese conseguido su propósito de marcharse del Barça, del que dejó constancia en forma de burofax. Pero el traumático final se ha postergado un año, y esta vez no ha sido por iniciativa propia: el Barça está arruinado y la junta de Laporta no ha encontrado la manera de inscribirle.

Messi se va al PSG, donde se reencontrará con su amigo Neymar, quien no tuvo reparos en compartir abrazos y una charla con el jugador argentino tras haber salido derrotado del duelo en la final de la Copa América este mismo mes de julio.

Tan solo hace unos días coincidieron en Ibiza, donde cenaron con Ángel Di María y Leandro Paredes, compañeros de selección de Messi que ahora también lo serán en el PSG.

En la rueda de prensa de despedida del Barça, el rosarino admitió que, en ese encuentro, Neymar le insistió medio en broma que se fuera al PSG, pero que el tema no pasó de allí porque él tenía claro que seguiría de azulgrana.

Mientras tanto, Suárez se prepara para empezar su segunda temporada en el Atlético tras haber estado al lado de su amigo Messi (con quien también coincidió en Ibiza) durante sus últimos días en Barcelona.

Los partidos de pádel que jugaron en la casa de Castelldefels del argentino sirvieron para aislarse de los precipitados acontecimientos que han desembocado en el adiós del último integrante de la MSN.

EFE