Estrés y alopecia, otros dos síntomas secundarios al coronavirus

Alejandra, madrileña de 29 años de edad, se contagió de coronavirus, infección de SARS-CoV-2 confirmada el nueve de julio por prueba PCR; y días después, además de sentir mucho cansancio y padecer tos, falta de aire, presión en el pecho, dolor de ojos y en la sien izquierda, inflamación de encías, congestión y mocos, comenzó a perder más pelo de lo razonable. Era alopecia.

“Esta pérdida de cabello de la cabeza está causada, seguramente, por un efluvio telógeno”, estima el Dr. Eduardo López Bran, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid.

“El efluvio telógeno, secundario a factores emocionales, provoca una pérdida brusca y difusa de cabello que se inicia tras una crisis ansioso-depresiva. El gran número de pelos perdidos alarma a la persona afectada, pero, generalmente, la totalidad de ese pelo se recupera cuando se normalizan las circunstancias que provocaron su caída”, expone.

“En este mismo sentido, hay que tener en cuenta el contexto social de ansiedad y desanimo que genera la pandemia de la COVID-19, más aún si la paciente resulta infectada. No es de extrañar, por tanto, que mujeres y hombres pierdan el pelo ante la sola presencia mediática de este terrible virus“, afirma el doctor López Bran, cirujano especialista en tricología y trasplante capilar.

Una situación alopécica casi calcada a la que está viviendo Alejandra, como la habrán vivido y viven millones de personas si tenemos en cuenta que a día de hoy más de 192.575.000 han sufrido el coronavirus a nivel mundial, estadística que contabiliza la Johns Hopkins University (JHU). En España, según el Ministerio de Sanidad, se han contagiado hasta la fecha 4.249.258 personas.

“Antes de contagiarme, mi pelo era fuerte y voluminoso. Ahora, después del contagio, mi pelo es débil y pierdo mucha cantidad; eso sí, sin llegar a mostrar zonas calvas en mi cabeza”, dice esta joven madrileña.

¿Qué relación existe entre el coronavirus y la alopecia?

“Las infecciones de cualquier tipo, ya sean bacterianas, como la sífilis, o víricas, como el VIH o el mismísimo coronavirus, son suficientes para provocar pérdida de pelo; aunque, en principio, sería temporal y reversible”, apunta el doctor López Bran.

Este tipo de alopecias suelen obedecer al deterioro del sistema inmunológico del ser humano, puesto que el cabello siempre es un reflejo de la salud de nuestro organismo.

“No es el caso de la alopecia androgenética, que en condiciones normales podría estar silente al no tener suficiente fuerza genética para expresarse clínicamente. El estrés y la ansiedad pueden reactivar la causa genética dormida… y la pandemia de la COVID-19 es un detonante emocional muy negativo”, destaca.

Algo similar sucede con la alopecia areata, de origen autoinmune, que aparece más en la etapa de la infancia y en los adultos jóvenes.

“El estrés, la angustia o la ansiedad activan nuestras defensas, que atacan la raíz del pelo. Se produce inflamación y, consiguientemente, se pierde el pelo, que crecerá de nuevo cuando desaparezca la inflamación”, explica el también director de la Clínica IMEMA.

¿Cómo se tratan estas alopecias?

“Este tipo de pérdidas de pelo, cuando están relacionadas con factores emocionales, como ya hemos mencionado anteriormente, suelen ser temporales y reversibles, ya que no hay ninguna afectación de manera definitiva del folículo piloso”, aclara.

“Pero la utilización de oligoelementos, de vitaminas y aminoácidos, que son constituyentes fundamentales de la queratina del pelo, y de restauradores, como el minoxidil, pueden acelerar la respuesta orgánica y favorecer una solución más rápida contra la calvicie temporal”, responde.

En cualquier caso, hay que pensar que alrededor de un 30 % de los hombres sufren calvicie a sus 30 años, y a partir de ahí la incidencia aumenta un 10% en cada década; es decir, que el 70 % de los varones presenta calvicie a los 70 años.

Para el doctor Eduardo López Bran, a pesar de que tengamos que mimar a nuestro pelo, también durante la pandemia, “lo que toca ahora es la prevención del coronavirus con la vacunación (25.060.958 ya están inmunizadas en España) y aplicar muy conscientemente todas las medidas de distanciamiento social”.

  • Mascarilla en el interior, también en reuniones familiares si no son convivientes.
  • Menos contactos siempre que sea posible y mantener una burbuja estable.
  • Mascarilla en el exterior siempre que haya aglomeración con otras personas.
  • Mantener la distancia física interpersonal de al menos 1,5 metros.
  • Lavado frecuente de manos, preferentemente con agua y jabón.
  • Ventilación sistemática de los espacios interiores.
  • Disfrutar del aire libre en espacios sin aglomeración de población.

Unos consejos que Alejandra no siguió del todo…

“Uso sistemáticamente la mascarilla dentro y fuera del de trabajo, excepto con grupos reducidos de amig@s con los que me juntaba a diario”, nos cuenta.

“A pesar de que tenía miedo, soy joven y pensé que si me contagiaba de coronavirus solo me afectaría levemente. Pero no fue así, he comprobado lo mal que se pasa y la consecuencias y secuelas que provoca la covid. Ahora temo contagiárselo a la gente que me rodea”, concluye.

En los casos más graves, la infección SARS-CoV-2 puede causar neumonía, fallo renal e incluso la muerte.

EFE