Como si de un mapa de Google prehistórico se tratara, los aborígenes que llegaron a Australia hace 60.000 años mapearon esta isla-continente de 7,7 millones de kilómetros cuadrados a través de canciones y rituales que hablan de caminos, ecosistemas, mitos y ancestros.
Este sistema de transmisión oral, conocidos como «songlines» («trazos o líneas de canto»), se apoya en los conceptos espirituales de los aborígenes relacionados con su pasado ancestral y mitológico; abarca conocimientos históricos, ecológicos y morales de estas culturas.
«Las líneas de canto se desplazan por el territorio y mapean los lugares significativos que deben ser recordados para poder ir a ellos», explicó recientemente John Carty; director de Humanidades del Museo de Australia del Sur, en un encuentro con medios, incluida Efe, en la ciudad de Adelaida.
«Son los mapas Google de Australia con diversos niveles que abarcan lo mítico; lo ecológico, lo histórico y el conocimiento oral que están codificadas en esa historia»; precisó el también integrante la comisión nacional australiana ante la Unesco.
CANCIONES
Estas canciones que memorizaron los aborígenes les permiten desplazarse sin problemas por el agreste desierto rojo de Australia o los bosques tropicales poblados; por cocodrilos ya que les indica qué alimentos pueden comer sin perturbar el ambiente o las zonas en las que pueden correr peligro sus vidas.
También son una especie de «pasaporte cultural» para cruzar otros pueblos, así como para reconocer hitos importantes como el árbol yingabeal (que en lengua nativa se traduciría como el «eucalipto rojo para cantar») en la localidad Bulleen (sureste); que es el punto de encuentro de cinco líneas de canto.
«Probablemente uno solo aprende una parte de esa línea de canto que se canta en tu pueblo»; comentó Carty, al enfatizar la dificultad de aprender todas las líneas de canto; debido a que en la isla-continente se hablaban 250 lenguas y 700 dialectos indígenas; de los cuales sobrevive menos de una quincena.
LA RUTA MÁS LARGA Y ANTIGUA
Una de las líneas de canto más impresionantes es la de la Siete Hermanas; debido a los casi 3.000 kilómetros de complejas descripciones que hace desde la región de Kimberley; en el noroeste australiano, y pasando por el desierto australiano hasta la costa de Queensland, en el noreste del país.
Al igual que mitologías como la griega que habla de las Pléyades, esta línea de canto cuenta cómo las Siete Hermanas son perseguidas por un espíritu maligno llamado Wati Nyiru o Yurlu para hacerlas sus esposas; pero las mujeres huyen y se convierten en una constelación de estrellas.
«En esa persecución se crean las formas de las diferentes partes de Australia. Por ejemplo; crearon los riachuelos cuando danzaban y las montañas y los árboles cuando descansaron», explicó Carty.
El antropólogo australiano también mencionó que estas líneas de canto explican el origen mitológico de los accidentes geográficos como un lago salado; creado por un canguro ancestral o una fuente de agua que surgió con el golpe de un palo mágico.
UN MAPA ORAL QUE PERDURA
Para la arqueóloga de la Universidad nacional Australiana Sue O’Connor, las líneas de canto dan cuenta de la existencia de recursos naturales y senderos a través del paisaje; al tiempo que permitieron a los distintos pueblos realizar ceremonias conjuntas o intercambiar productos.
«No sabemos si hace 60.000 años los indígenas australianos usaban las líneas de canto de la misma forma que los indígenas de la actualidad para mapear senderos rituales», dijo O’Connor a Efe.
Los colonizadores británicos despreciaron las líneas de canto porque no supieron ver su trasfondo cultural y mitológico; pensaban que se referían solo a senderos y rutas para los animales.
En todo caso, los primeros colonos usaron estas canciones aborígenes para desplazarse con sus caballos por las rutas que señalaban, ya que eran más fáciles de recorrer; y en tiempos modernos incluso fueron asfaltadas.
Según un artículo de 2018 del escritor Jim Poulter y el anciano aborigen Bill Nicholson, estas rutas ancestrales cantadas por los aborígenes terminaron convertidas en carreteras como la autovía Napean; en el sur de Australia u otras vías asfaltadas en la ciudad de Melbourne.
En ese artículo recogido por el portal aborigen Deadly Stories, ambos autores indican que cuando llegaron los colonizadores «simplemente se desplazaron en sus carretas y sus caballos siguiendo los senderos con menos obstáculos. Sus rutas se convirtieron en caminos para carretas establecidos y después pusieron grava, asfalto y terminaron siendo carreteras principales».