Hoy se celebra el Día Internacional de la Enfermería

Referirse al performance en una sala de emergencia cuando llega un paciente o es ingresado de urgencia, es detallar lo siguiente: “lo recibe el personal de enfermería (hombre o mujer). Le toman el pulso, las vías intravenosas. Luego, según sea el caso, viene el seguimiento: suministran la medicación, manipulan sondas gastrointestinales, lo bañan, le hacen curas, y lo acompañan hasta el alta o hasta la muerte”.

Este relato le corresponde a Samir Kabbabe, internista y profesor de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. El galeno además puntualiza, “el médico ejerce con el verbo curar; la enfermera con el verbo cuidar”.

Lo mencionado por Kabbabe -publicado por Prodavinci- se adecua a la fecha, porque cada 12 de mayo se celebra el Día Internacional de la Enfermería, dicho con justicia, hoy se rinde honores a la enfermera y al enfermero, personal que sin duda alguna se convierte en la “opción para que funcione un servicio de salud” en cualquier parte del mundo, incluso, en las condiciones más escasas en la que se pueda encontrar un hospital, ambulatorio o dispensario.


La vocación se convierte en parte del pundonor del personal de enfermería. Son pocos los que ejercen dicha labor sin voluntad, por el contrario, la mayoría al consultarles al respecto aseguran -palabras más o palabras menos- que sus esfuerzos están enfocados en ayudar, en servir, en especial a los más necesitados, asumiendo el compromiso, junto a médicos y especialistas de salvar vidas sin pedir nada a cambio, más que el respeto y la consideración por sus tareas que cumplen prácticamente que a diario.

Los resultados finales de cada situación se puede convertir en una manera metodológica para considerar la entrega de las enfermeras y de los enfermeros, porque es mucha la adrenalina que se manifiesta en ellas y ellos al momento de atender un paciente, en especial, si el estado del mismo es crítico.


Los miembros de los equipos de enfermería, sonríen, padecen y entristecen. Son hombres y mujeres que tratan de mantener lejos el margen de error, porque saben que en asuntos de salud un imprevisto les coloca como mediadores entre la vida y la muerte. Dejan escapar lágrimas por el nacimiento de un niño; sollozan la recuperación de un semejante; lloran la muerte de un paciente; sencillamente, son seres humanos que en muchas oportunidades, por su entrega y arrojo, son vistos con muy malas caras debido a la rigidez que les caracteriza cuando las realidades lo ameritan.

En Venezuela -situación que se viene agravando desde hace unos cuatro años hasta la actualidad – se atraviesa una difícil situación con el personal de enfermería. La falta de enfermeras y enfermeros se hace visible en casi todos los centros de salud, circunstancia que se ciñe a la situación económica del país.

Algunos han decidido realizar otras labores que le permitan acumular recursos monetarios para asegurar “aunque sea el sustento diario, pensando en la familia”, mientras otros, han determinado irse a latitudes lejanas de su patria a probar suerte en su área profesional o diferentes ocupaciones y oficios. Los que se quedan, se multiplican -se revientan- pero su compromiso suele ser más fuerte, su vocación es el camisón de fuerza.

En el Hospital Central de Maracay, una enfermera antes de la pandemia atendía de 25 a 35 pacientes durante un turno de guardia en la sala de emergencia, cuando la relación debería ser de 3 pacientes por profesional. Algunas situaciones ameritan 3 o 4 enfermeras por paciente, según la gravedad del caso.


La OMS establece que debe haber al menos una enfermera por cada 250 habitantes. A partir de esos datos, para el 2001 en Venezuela se llegó a calcular una enfermera por cada 880 habitantes, por lo que hacían falta 70.583 enfermeras adicionales para cumplir el estándar (déficit de 71,60% para aquel entonces).

“Para el 2018, en Venezuela había una enfermera por cada 1.062 habitantes. El déficit de personal era de 76,46%, por lo que se necesitaban 88.348 enfermeras adicionales para alcanzar el estándar planteado por la OMS. En el país se contaba con 27.200 enfermeras y debió tener 115.548”, (Prodavinci).

Vocación y compromiso

Amada Zárate (activa): “Tengo 8 años graduada (Licenciada/Unefa). Me encanta servir a las personas, atenderlas, dar ese afecto que las personas vienen a buscar en los centros asistenciales, es algo muy fuerte en mí, estoy muy comprometida con esta profesión. Trabajo en el ambulatorio de Brisas del Lago donde llegan pacientes de bajos recursos y les prestamos toda la atención posible. El trabajo me reconforta, en especial cuando un niño, señora o señor se recupera; las gracias de las personas provoca una gran satisfacción, me hace crecer en esta profesión”. enfermera1

Raúl Blanco (jubilado): “La enfermería es la profesión más bella, es una forma de servir a la comunidad. Era un obrero en el Seguro Social de San José y gracias a una amiga estudié enfermería (TSU/Iutepal, Lcdo/UCV y una Maestría de Cuidado Integral al Adulto críticamente enfermo/UC). Durante 16 años fortalecí mis valores, que sin duda alguna me permitió crecer como ser humano, ser un buen esposo y un padre para inculcar principios a los hijos; ayudar a los pacientes ocasionó mucho más compromiso. Mi desempeño fue en la Unidad de Terapia Intensiva, donde se aprecian tantas cosas. La sanación de pacientes te ofrece paz, tranquilidad y tiene su fruto moral; mi mensaje a los nuevos profesionales del área, es que pongan su corazón por delante para ayudar a los que más necesitan”. enfermero

Camila Rangel (jubilada): “Durante 33 años me desempeñé como enfermera y de ellos 30 años los trabajé en el hospital José Antonio Vargas de La Ovallera. Ya tengo dos años jubilada. Me preparé gracias al Curso de Cuidado y de Enfermería que se hacía antes y luego saqué la Licenciatura (Unerg). Ser enfermera por todo ese tiempo representó compromiso, responsabilidad y esfuerzo, permitiendo brindar atención a tantas personas que necesitaban de todo el apoyo, en especial, en esos instantes críticos de la salud. Por vocación se entrega tanto, que puedo contar una anécdota: un día me tocó atender a un muchacho que unos meses antes había ingresado a mi casa a robar.

Él estaba enfermo y cuando lo iba a inyectar me reconoció, sabía quien era y me dijo, por favor no vaya decir nada, tampoco me denuncie. Cumplí con mi trabajo, con mi deber. El muchacho se recuperó, y aquí estoy, tranquila, feliz. Cuando me necesitan brindo mi atención”.
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Yselda Rodríguez (activa): “La enfermería es una profesión de vocación, humanista y con alto sentido de prestar y dar cuidado al enfermo y a la familia. Representa para mi un gran compromiso, por ello me dedico a cuidar todos los detalles en mi lugar de trabajo, organizando que todo esté bien, sin importar el tiempo, incluso, la condición de salud, remuneración y muchas veces dejando a la familia por cumplir con la labor de ayudar a los pacientes. Tengo 36 años de servicio en el hospital José Antonio Vargas en La Ovallera, desempeñándome en la gerencia de enfermería y actualmente estoy a cargo de la coordinación de emergencia pediátrica y retén”.
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¿Por qué hoy?

El Día Internacional de la Enfermería se celebra el 12 de mayo en conmemoración del nacimiento de Florence Nightingale, considerada la madre de la enfermería moderna.

Entre 1853 y 1856 tuvo lugar la llamada guerra de Crimea, en la que se enfrentaron el imperio ruso entre contra una coalición de países que incluía a Reino Unido, Inglaterra y al Imperio Otomano. Durante el conflicto muchos soldados fueron heridos y murieron porque no había nadie para tratarles.

Nightingale se ofreció como voluntaria para ir al campo de batalla a cuidar de los soldados heridos y salvar vidas.
Florence se hizo muy conocida por su extraordinaria labor humanitaria y su cruzada por el avance de las medidas de salud pública en todo el mundo.

Dos años después de su muerte, en 1912, el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) estableció el 12 de mayo (nacimiento de Florence) como Día Internacional de la Enfermería.

Posición gremial

“La falta de enfermeras ha cambiado las reglas de funcionamiento dentro de los hospitales. Antes se les prohibía a los familiares permanecer con los pacientes. Ya no”, detalló Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermeras de Caracas.

Contreras asegura que todos los días hay renuncias en los hospitales. “La deserción laboral se vuelve inevitable frente al bajo salario, la diáspora y la falta de garantías laborales”, aseguró.

Contreras mantiene en sus denuncias que “los bajos salarios y la acentuada escasez de personal lleva a los enfermeros y enfermeras a buscar otros empleos. Hay enfermeras que ni siquiera tienen para comer porque el sueldo no les da. A veces la poca comida que se llevan al hospital la comparten con algún paciente que no tiene. La mayoría está sobreviviendo de un segundo trabajo. Algunas decidieron dejar de ejercer y están haciendo cursos de cosmetología; otras están haciendo tortas, vendiendo cigarrillos en la calle. Pasaron a la economía informal para resolver la situación de subsistencia”.

Nos estamos quedando solos, ha recalcado, aseverando que hay enfermeras que están consiguiendo empleo con remuneraciones acordes a su experiencia en otros países”. En los hospitales de Venezuela hay un déficit de 110.000 profesionales, que impide cubrir las recomendaciones internacionales que indican que debe haber un enfermero por cada cuatro pacientes”, precisó.

Por otro lado, la ONG Médicos Unidos de Venezuela ha informado que según la Federación Médica, para el 2020 se habían ido de Venezuela 33.000 profesionales médicos, y aparte de la migración a otros países del personal de enfermería, también hay una gran “migración interna”.

“Una enfermera antes del 1° de marzo, ganaba un sueldo entre 7$ y 11$ mensual en un hospital. Por cuidar una persona un turno completo son 20$ diarios. Se imaginarán por qué esa migración interna está ocurriendo”, detalló Jorge Lorenzo, director ejecutivo de la mencionada ONG.

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