De los más de 2.000 satélites artificiales que orbitan la Tierra, alrededor de una docena llevan décadas vigilando la salud del planeta mediante imágenes y datos precisos sobre los recursos naturales, con el fin de mejorar la gestión de la energía, del agua o de los bosques, entre otros.
El estudio y monitoreo de la superficie de la tierra y océanos sólo ha sido posible gracias al desarrollo de la tecnología satelital que empezó en los 60-70 a través de observaciones globales a largo plazo, explica a EFE Francisco Carreño, profesor de Hidrogeología de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid).
La información recabada sirve para tomar decisiones en la gestión eficiente de los recursos y la planificación en diversos ámbitos entre los que destacan la geología y minería, riesgos naturales, agricultura, bosques y espacios naturales, meteorología y climatología u ordenación del territorio, entre otros.
Entre los programas que «cuidan de la Tierra», el profesor pone de relieve dos: el Sistema de Observación de la Tierra (EOS), de la NASA que comprende misiones de satélites y de instrumentales científicos en órbita terrestre para observar la superficie terrestre, biósfera, hidrósfera, criósfera y atmósfera, y el programa Copérnico, dirigido por la Comisión Europea (CE) en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA).
Ambos -resalta Carreño- destacan, además de por la cobertura global y precisa que ofrecen, por el servicio gratuito de sus datos.
Dentro del programa americano, los satélites Landsat -operados también por el Servicio Geológico de los Estados Unidos- observan a 700 kilómetros de altura y en alta resolución la superficie terrestre; el primero de ellos fue lanzado en 1972 y el último de la serie, el Landsat-8, en 2013; para septiembre del 2021 se prevé el lanzamiento del Landsat-9.
En Europa, la misión Sentinel suministra datos desde 2014 para aplicaciones de manera continua como la recopilación de información acerca de agricultura de precisión y gestión del agua, entre otros.
Carreño incide en que unos de los grandes avances específicos de esta alta tecnología es la obtención de información mediante la teledetección multiespectral (los datos son obtenidos dentro de rangos de longitud de onda específicos a través del espectro electromagnético).
Para el investigador, esta técnica es un gran salto cualitativo debido a que décadas atrás, la medición de numerosas variables, como, por ejemplo, la temperatura de los océanos consistía en embarcar termómetros en los barcos y registrar los grados de las aguas marinas durante los días de navegación.
Sin embargo, -continua Carreño- científicamente esos datos no permitían conocer la complejidad y evolución temporal de ésta variable oceánica, debido a que las medidas se realizaban de modo puntual, cuando se realizaba la expedición científica y sólo se obtenían datos durante la navegación.
Hoy en día, se dispone de imágenes diarias de diferentes satélites que siguen a diario la circulación de las masas marinas y la oscilación de la temperatura de los mares a escala global.
Respecto al uso de datos satelitales en la supervisión y manejo de grandes incendios forestales (GIF), Carreño observa que son una herramienta muy precisa para realizar un seguimiento de las áreas afectadas y así estar alerta ante el riesgo de que se produzca alguno de ellos.
El experto destaca el Sistema de Información sobre Incendios para la Gestión de Recursos (FIRMS) de la NASA que desde su web ofrece datos de incendios activos dentro de las 3 horas posteriores a la observación satelital del siniestro.
Sin embargo, a pesar de estos avances tecnológicos, Carreño lamenta «la inexistencia» de una misión satelital específica que mida variables ambientales relacionadas con el ciclo hidrológico como la humedad en el terreno y la calidad de la masas de agua, sobre todo en un escenario futuro con problemas de calidad y cantidad de los recursos hídricos.
Para el experto, la humedad del terreno es una variable clave en estudios agrícolas: por un lado, determina la disponibilidad de agua para las plantas y la recarga de agua en los acuíferos, pero, a la vez es difícil de medir en el campo, por la alta variabilidad espacial y temporal que conlleva.
En este punto, apuesta por PAZ, un satélite español de tecnología radar destinado a cubrir necesidades de seguridad y defensa, a la par que otras de carácter civil, tomando más de 100 imágenes diarias de hasta un metro de resolución, tanto diurnas como nocturnas, y con independencia de las condiciones meteorológicas.
En la actualidad, el Grupo de investigación sobre Cambio Global Terrestre y Geología Ambiental de la Rey Juan Carlos, junto con el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural (IMIDRA), investigan la capacidad PAZ para obtener una cartografía detallada del suelo y la variación de la humedad en zonas agrícolas.