El tenebroso origen de la antorcha olímpica

El pasado martes restaban 120 días para el comienzo de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 que se postergaron un año por la pandemia de coronavirus, se inició el recorrido del relevo de la antorcha olímpica en Fukushima, epicentro del accidente nuclear que impactó a Japón hace una década.

Con el paso del tiempo, el encendido de la llama en la Antigua Olimpia de Grecia se convirtió en uno de los grandes símbolos olímpicos. El origen del relevo de la antorcha se remonta a cuando los griegos enviaban mensajeros a las ciudades-estado para anunciar una tregua que permitiera el desplazamiento de los atletas y el público hasta las competiciones Olímpicas. De ahí el concepto de paz e integración de los pueblos simbolizado en la antorcha.

Pero fue en la antesala de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 cuando surgió la idea de crear un recorrido que atraviese diferentes ciudades con portadores de la llama para unir los JJOO de la Antigüedad con los de la era Moderna. Ya con el presidente del partido nazi Adolf Hitler en el poder, el presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos Carl Diem le propuso al Comité Olímpico Internacional crear el relevo de la antorcha y la medida fue aprobada dos años antes del inicio de la cita olímpica.

Con la aceptación de los Comités Olímpicos Nacionales de Grecia, Bulgaria, Yugoslavia, Hungría, Austria, Checoslovaquia y la propia Alemania, se estableció que por esos países pasaría el fuego olímpico. El recorrido fue de casi 3.200 kilómetros y contó con la participación de más de 3.330 portadores que, cada uno, corrieron unos 1.000 metros de distancia.

El fuego era un símbolo del régimen nazi y las procesiones con antorchas fueron una característica de ese período oscuro de la historia.

ElSiglo