Respirar y vencer el miedo

En Venezuela, ya hay unas 138 mil 841 personas que pueden decir que vencieron al “bicho”, tal es el caso de la señora Belkis Borrego, quien informó que padeció la enfermedad unos meses después de haber comenzado el confinamiento, hasta el momento no conoce dónde la pudo adquirir, lo cierto es que la contrajo, pese a las medidas de prevención tomadas.

“Realmente fue una mezcla de sentimientos, comencé a sentir síntomas paulatinamente, de ahí en adelante el miedo comenzó a tomarme; para descartar fui al doctor y me diagnosticó Covid-19, eso fue fatal, porque ya no sólo eran las dolencias de la enfermedad que eran muchas, sino también el miedo de qué iba a pasar conmigo y además con mi familia, mis hijos. Los ataques de pánico no se hicieron esperar, la respiración era insuficiente y cuando me ponía nerviosa era mucho peor, es una sensación que no se la deseo a nadie, ese sentir de no saber qué pasará contigo, con tu familia, es horrible”, mencionó Belkis.

Asimismo, la señora Borrego, ahora sana, explicó que ante todo lo que tuvo que pasar y como se estaba sintiendo a nivel psicológico se refugió en Dios, en los suyos que estaban pendientes mediante mensajes, ya que se encontraba aislada y buscó ayuda psicológica a través de las herramientas que para el momento tenía.

“Llegó un momento que me senté y hablé conmigo; y me dije que este no era mi momento, que la enfermedad no iba a poder más que mi amor de madre, que no iba a dejar a mis hijos solos, que debía con mi ánimo ayudar a los medicamentos. De allí en adelante, con mi fe puesta en Dios, comencé a ser más positiva y vi como los síntomas iban no desapareciendo, pero si apaciguándose, la falta de respiración no era tanta, es decir, la asfixia tan horrible la ayudaban mis nervios. Poco a poco salí adelante y aquí estoy sana y dispuesta a seguir luchando por mi familia. De verdad es necesario que las personas se cuiden y los que ya están enfermos que tengan fe, que confíen en ellos, en Dios y que tengan mente positiva, porque el virus se alimenta del miedo, como toda cosa mala. Entonces, adelante que sí se puede”, expresó la señora Belkis.

UNA PAREJA AL BORDE LA TRAGEDIA

El mismo cuadro médico, lo padeció el señor Abraham Rivas y su esposa, ambos comerciantes de La Victoria, municipio Ribas, quienes se contagiaron luego de acudir a la ciudad capital, Caracas, el pasado mes de diciembre.

“Los síntomas realmente le comenzaron a mi esposa y días después caí yo, al ver esto, mis hijos con todas las medidas de bioseguridad, nos llevaron a atendernos, nos dieron los resultados y fue una de las peores cosas que pude escuchar en mi vida, sentí miedo, sentí ansiedad, por no saber como la enfermedad me iba a seguir atacando y no sólo a mí, sino a mi esposa, eso sin contar que soy una persona adulta y leía muchos portales donde decía que la enfermedad era más agresiva, eso me mató y pese a que tenía todo el tratamiento gracias a Dios, seguía nervioso, porque me sentía tan mal y verme sin ánimos de levantarme era aún peor, porque soy una persona activa. Eso sin contar que la persona con la que vives, que amas, está también en peligro. Es muy fuerte”, señaló Rivas.

Del mismo modo, Rivas explicó que su refugio ante este momento crítico fue además de Dios, su familia, quienes a pesar de estar alejados por la enfermedad buscaron la manera de estar presente, la compañía de sus hijos, quienes fueron parte fundamental tanto de su recuperación, como la de su esposa.

“Me refugié en mi familia, en mis hijos, quienes nos cuidaron como nadie. Ellos iban con todas las precauciones, estaban pendientes, con llamadas, mensajes y cuando podían en persona. Eso de verdad, es tan importante. Mis nietos, pese a que no los veía, porque estaba encerrado, fueron mi motor para salir adelante y entre mi esposa y yo darnos ánimos. Primer fin de año que pasamos acostados, pero llenos de fe y con más ganas de vivir que nunca”, puntualizó el señor Abraham.

ES UNA SENSACIÓN TAN EXTRAÑA

Seguidamente, en el recorrido investigativo el equipo reporteril del diario elsiglo, se topó con la señora Yeli Yépez; ella contó como fue su experiencia, la cual recordaba como si la estuviera viviendo nuevamente, con el corazón arrugadito y algunas lágrimas por salir.

“El tener Covid, es una sensación tan extraña, donde todo se conjuga para hacerte sentir mal, son los dolores, la soledad al estar aislada y sobre todo el temor. A mí me comenzó la enfermedad y como muchos piensan, imaginé que era gripe, alergia o cualquier otra enfermedad, me negué a pensar que era Coronavirus, pero fui empeorando y hasta que tuve la falta de aire, fui al médico. Una vez enterada, el llanto se apoderó de mí, era sentirme tan mal, con dolores de cabeza que me tiraban al piso, no poder respirar, dolor en los huesos y aunado a esto, el miedo de contagiar a mi mamá, que es una persona de la tercera edad y de no poder ver más a mi hijo que está fuera del país. Fue espantoso o bueno es espantoso lo que uno experimenta y todas las cosas que pasan por tu cabeza, que te planteas, se te va el sueño, las medicinas sientes que no hacen el efecto que necesitas, te desesperas y en mi caso drené fue llorando y en medio del llanto orando, pidiendo mucho a Dios, que todo lo puede”, dijo Yeli.

Entre tanto se le quebraba la voz, explicaba que la oración fue de gran ayuda y el estar comunicada lo más que podía con su hijo, fue lo que la sacó adelante. “Uno no se siente, ni mejor, ni peor, en mi caso. Es demasiado insoportable sentirte mal, pero con sensaciones que en tu vida has experimentado. Gracias a Dios, poco a poco con la ayuda de mi mamá principalmente salí airosa de todo. Los mensajes de mi hijo y las llamadas me levantaron el ánimo a seguir y simplemente un día me desperté y me di cuenta que si muchas personas habían superado la enfermedad yo también, me tomé mis medicinas, mis te calientes en el nombre de Dios y fui mejorando; había momentos donde obviamente la asfixia medio volvía, pero ya sabía que era un efecto de la enfermedad y fue pasando”.

DANIEL MELLADO | elsiglo