“La ignorancia termina cuando un caso de Covid llega a casa”

Estela Moreno, es una mujer de 62 años, reconocida en el centro de Maracay, primero, como residente de una humilde vivienda ubicada entre las más concurridas calles de la ciudad, y segundo, es conocida porque libra luchas por un porvenir colectivo, además de tener su tiendita abierta casi todos los días, es decir, muy poco pasa desapercibida. Ella, al igual que la mayoría, trata en lo posible de vivir en confort hasta donde le alcanza la cobija, como dice sin titubear.

"La ignorancia termina cuando  un caso de Covid llega a casa"
Estela Moreno

“Por ello, bajo la protección de mi Señor me levanto todos los días a trabajar, con humildad, sin mezquindad, ofreciendo lo mejor de mí para que las cosas estén bien”, comentó ante unos desconocidos prácticamente, que estaban detrás de las cámaras.

A Estela le cambió su vida hace unos meses. Un elemento invisible entró a su organismo, que por muy poco le hace cruzar la raya de estar más allá que de acá, entre la vida y la muerte. Más tranquila por estos días de marzo, habla de su experiencia como paciente positivo Covid, repasando todo lo que vivió por más de 29 días. Con el verbo que le caracteriza, la mujer de mil batallas, contó parte de lo ocurrido. Esta es parte de su historia.

“Duré 29 días en confinamiento voluntario. Me encerré en mi casa, como una forma de cumplir con el tratamiento, además para no convertirme en un agente transmisor del virus. Tuve dos días continuos con mucha fiebre y mi hija, desde el exterior, me dijo que me hiciera las evaluaciones respectivas. Efectivamente di positivo, y desde ese momento comenzó un calvario por todas las circunstancias, como el miedo de morir, la soledad, la estigmatización social, la recuperación; son muchos los sentimientos que se originan”, aseveró.

PERDIÓ TODA LA FUERZA

Estela comparte que no quiso ir a un centro asistencial, porque tuvo temor de un desenlace diferente. “El Covid no es juego, pero mucho se habla del virus. Unos amigos de San Cristóbal, quienes también habían dado positivo me informaron, que buscara ayuda profesional de salud, pero que me tratara en casa. Ellos me contaron que si iba a un hospital me dejarían y luego me meterían en una bolsa negra; realmente nunca conoceré si eso será cierto, pero es que en honor a la verdad, perdí toda la fuerza para salir a la calle, creo que eso se convirtió en el mayor factor de no ir a un centro asistencial, no quería moverme”, enfatizó la mujer.

Después del día 10, desde que comencé el tratamiento, dijo, no se apreciaba ningún avance, “sentí que estaba muriendo. En la secuencia de los días 11, 12, 13 y 14, mi estado clínico fue peor, estaba sin fuerzas. Comí, gracias a una pareja de amigos de aquí de Maracay, que me traían alimentos. Me aferré a mi Señor y prácticamente me entregué. Fue el Señor quien metió sus manos. Las medicinas surtieron efecto, seguramente, pero la fe y creencia cristiana para la gracias de Dios también cobró importancia para la recuperación”, expresó.

No niega que vivió momentos de delirio, fantasías, entre reales y mentales. “Pese a mi condición clínica sabía que era verídico lo que estaba pasando, no era una pesadilla y cada vez que veía las informaciones me enteraba del número de víctimas fatales por el virus, cada día iba aumentando el listado. Por otro lado, no sé si fue por la fiebre, pero llegué a tener hasta la sensación de ver cosas, cosas que me atemorizaban, imágenes raras”, indicó.

Estela afirmó que después del día 20 comenzó a sentir fuerzas para levantarse. “Tenía contacto con un amigo médico que está en el Líbano y de ese país, él me decía que hacer. Puse más voluntad y poco a poco fui saliendo. Ya mi realidad era otra. Nunca imaginé que esto me ocurriría, porque no se acepta la posibilidad de contagiarse, porque se creé que el virus está lejos del sitio donde habitualmente uno se encuentra; realmente no sé cómo me contagié, pero la ignorancia termina cuando un caso de virus llega a la casa. Lo viví en carne propia, sentí que la muerte estaba al acecho, pero la creencia en mi Dios y la ciencia, a través de los medicamentos, se conjugaron para contar los episodios por los que pasé”, destacó.

SUFRIR EL RECHAZO

Tal vez mi Señor tiene propósitos grandes conmigo, manifestó la mujer, “por eso me aferré a él y no llegó un final diferente. La comunidad en general debe entender que este Covid es letal, ocasiona muchas secuelas, porque realmente el sistema del ser humano colapsa, ese virus no es de jugar carritos. Comencé a valorar más el amor de mis seres queridos y allegados”.

Moreno reflexiona sobre como se discrimina a una persona que de alguna manera está involucrada con la enfermedad. “Me ha tocado ver el rechazo de personas que te saludaban todos los días, ahora ni pasan por el frente de la casa, incluso, hablan de uno. Personas que estigmatizan sin saber todo el transitar de la enfermedad por el que pasa un paciente. Considero que el apoyo es esencial para salir adelante; se puede entender el temor, pero si uno se cuida las probabilidades de contagio son mínimas. Me resguardé en mi casa, para no convertirme en un foco de contagio. Tal vez un pequeño descuido ocasionó que me enfermara, pero con voluntad salí de lo peor”, concluyó.

HB. | elsiglo
fotos | ARLENIS LÓPEZ (pasante)