Casi una semana después de las explosiones que arrasaron un cuartel militar de la ciudad ecuatoguineana de Bata, causando al menos 107 muertos y más de 600 heridos, la situación mejora y está bajo control a nivel sanitario, según informó este domingo a Efe el equipo español enviado en apoyo humanitario.
«Está todo bastante controlado», explicó, en conversación telefónica desde Bata, Roberto Arranz, jefe de Emergencia y Postconflicto de la Oficina de Acción Humanitaria (OAH) de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Según Arranz, líder de un Equipo Médico de Emergencias español (START) de 14 personas enviado a Bata tras las explosiones, lo peor para la ciudad más poblada y capital económica de Guinea Ecuatorial fueron las primeras horas tras las explosiones del día 7, cuando los hospitales hicieron frente a un «aluvión» de heridos.
«Ya el martes estaba todo bastante más controlado. Cuando llegamos el jueves por la mañana (en el plazo más corto posible tras la llamada de apoyo internacional) había sólo unas 40 personas ingresadas y gente que volvía porque se había reinfectado o necesitaba segundas cirugías», detalló el jefe de la misión.
El personal de apoyo español se ha centrado, por tanto, en dar relevo y apoyo a los exhaustos sanitarios locales.
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Además de la misión llegada de España, también otros países, como Israel o Catar, y organizaciones internacionales como la ONU han mandado equipos y material sanitario para apoyar a Guinea Ecuatorial tras la catástrofe.
LA POSIBLE PRESENCIA DE EXPLOSIVOS COMPLICA LA LIMPIEZA
Lo más complicado a partir de ahora, en opinión de Arranz, serán las labores de limpieza en la zona de la base siniestrada, -denominada Cuartel de la Unidad de Intervención Rápida de Enkoantoma-, que contaba con una armería.
«Con explosiones de esa magnitud la gente se asustó un montón, pensaban que era un atentado, un avión que se había estrellado, un ataque de los países vecinos, un Golpe de Estado… Hubo bastante caos», compartió Arranz.
«Un kilómetro a la redonda del cuartel está todo destrozado, es impresionante. Y hasta un radio de 4 ó 6 kilómetros hay daños leves», agregó.
La limpieza del área podría demorarse al menos medio año, estimó Arranz, ya que no sólo los destrozos son de gran magnitud, sino que además entre los escombros puede haber aún una gran cantidad de material explosivo remanente de lo que se almacenaba en el cuartel.
Este siniestro supone la peor tragedia de este tipo en la historia de este país centroafricano de poco más de 1,3 millones de habitantes, situado en el golfo de Guinea y que es una antigua colonia española.
La catástrofe ocurrió por «la negligencia y descuido de la unidad encargada del cuidado y protección de los depósitos de dinamitas y explosivos anexos al de las municiones del cuartel militar», que se incendiaron por «la quema de las fincas en sus cercanías por los vecinos», según manifestó esta semana el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang.
Desde su independencia de España en 1968, Guinea Ecuatorial, uno de los principales productores de petróleo de África, está considerada por grupos pro derechos humanos uno de los países más represivos del mundo, debido a las acusaciones de detenciones y torturas de disidentes y a las denuncias de fraudes electorales.
Obiang, de 78 años, dirige el país con mano de hierro desde 1979, cuando derrocó a su tío Francisco Macías en un Golpe de Estado, y es el presidente que más tiempo lleva en el poder en el mundo.