Surrealismo y fiestas locales en la pasarela de París

Las firmas Schiaparelli y Lanvin apostaron por aliar elegancia y fantasía con accesorios surrealistas y vestidos de fiesta en la presentación este lunes de sus colecciones para el otoño-invierno 2021/2022 en la Semana de la Moda de París.

Surrealismo

A su manera, cada marca reclamó en pasarela la importancia de seguir soñando, sin duda la principal razón de ser de la industria de la moda.

Schiaparelli, de la mano del diseñador estadounidense Daniel Roseberry, propuso “un surrealismo escrito con alegría”, donde las prendas de fondo de armario se renovaron con joyas usadas como armaduras y adornos.

 

Un jersey de punto blanco de inspiración nórdico pasa a ser una obra de arte con un pecho esculpido en dorado, a modo de sostén, y que recordó a los icónicos sujetadores en pico que Jean-Paul Gaultier puso de moda en los años ochenta.

 

Un cinturón se transforma en una faja color oro que reproduce una segunda piel, y una oreja es ahora el accesorio perfecto para guardar su teléfono móvil.

 

Las siluetas clásicas son revisitadas mediante accesorios y broches con figuras como un candado, una llave o una nariz, usados ahora como botones o bordados en pantalones y chaquetas.

 

“Amo trabajar para una casa de Costura donde la creatividad aún define su misión y nunca es tratada como algo secundario”, dijo Roseberry en un comunicado.

 

La puesta en escena para presentar la línea fue el vídeo de una sesión de fotos con tan solo un par de modelos, en un juego de luces que destacó el contraste de blanco, negro y dorado que coloreó la colección, donde las mujeres parecían supercherías.

 

También de sueños habló la propuesta de Lanvin y su director creativo, Bruno Sialelli, rodada en un lujoso hotel y al ritmo de la pegadiza canción de Gwen Stefani, “Rich Girl”.

 

Una oda a la ligereza y al mundo anterior a la covid-19 (¿Quizás una llamada a su regreso?), donde los vestidos de satén, lentejuelas, plumas y metalizados fueron los protagonistas.

 

Los minivestidos drapeados redondearon la silueta y alargaron las piernas, que quedaron completamente al aire, y los escotes asimétricos y los estampados de leopardo completaron la apuesta de Lanvin, menos intelectual que las últimas creaciones de Sialelli, que hasta ahora parecía explorar creaciones más sofisticadas.

 

Pero el “bling-bling” y la simpleza tampoco vienen mal de vez en cuando, parecía decir esta vez el diseñador, grabando a sus modelos jugar con coches de niños, bailando y cargando una decena de bolsas Lanvin.

 

“Creada en un momento único de pausa mundial, esta colección se anticipa al momento en que, tras el confinamiento, el mundo volverá a abrirse. Recuerda las celebraciones del pasado e imagina todas las fiestas del mañana”, rezó la nota de Lanvin.

 

 

EFE