Isla francesa se rebela contra los privilegios del rey de los belgas

La belleza de la isla de Yeu, en la costa atlántica francesa, atrae cada año a infinidad de turistas y acoge residencias de vacaciones de estrellas y políticos, entre ellos a los reyes de los belgas.

Desde hace dos décadas, por los senderos de la isla, Felipe y Matilde de Bélgica pasean unos días al año en la calma que ofrece el decorado de ensueño, donde compraron una residencia de 200 metros cuadrados en el centro de un terreno de unos 7.000, en un entorno natural protegido.

Hasta ahora, su presencia apenas había llamado la atención de una población acostumbrada al deambular de rostros conocidos que vienen hasta la minúscula isla en busca de reposo y anonimato.

Pero el pasado verano, bajo el pseudónimo de la familia Legrand, los reyes presentaron un permiso de construcción para una casa de 40 metros cuadrados.

La isla está situada en una zona protegida que limita cualquier nueva construcción para preservar el marco natural.

Sin pasar los trámites municipales pertinentes, el alcalde, Bruno Noury, se lo concedió, lo que levantó suspicacias entre los vecinos, que sistemáticamente ven rechazadas sus demandas de agrandar la superficie habitable.

El líder de la oposición local, Patrice Bernard, exconcejal de urbanismo de la isla, montó en cólera y llevó el asunto al pleno.

¿Por qué se concedía ese permiso que a todos los vecinos se les rechaza?“, asegura Bernard a Efe.

Visiblemente nervioso, el alcalde acabó por confesar que la demanda había venido acompañada de un informe favorable de la delegación del Gobierno, que pretextaba motivos de seguridad y de interés general.

El rey Felipe quería levantar una caseta para albergar a su personal de seguridad durante las estancias que pasa en la isla de Yeu.

CONTRA LOS PRIVILEGIOS

“¿Basta con ser un monarca para saltarse la ley y llenar de hormigón nuestro patrimonio natural con la complicidad de las autoridades?”, clama Bernard.

Además, a su juicio, ni los motivos de interés general ni la intervención del prefecto (delegado del Gobierno en el departamento) “les exime de pasar por los trámites normales” y “el asunto debió ser tratado en el pleno”.

El político local, al frente de la lista M’Yeu Ensemble, teme que el privilegio otorgado a los reyes de los belgas abra la puerta a una fiebre del ladrillo descontrolada que acabe con el encanto natural que sustenta el éxito de la isla, a la que, en plena pandemia, el año pasado acudieron un millón de visitantes.

“No se puede actuar así, sin respetar a los habitantes de la isla. El día de mañana, otros puede hacer las mismas demandas y será difícil decirles no”, asegura Bernard.

Además, señala que el pretendido “interés general” para la seguridad de la pareja real no es un motivo suficiente, porque durante más de una década los guardaespaldas se han alojado en hoteles de la isla y no ha habido problemas.

ÓRDENES DE ARRIBA

El alcalde, por su parte, asegura que el asunto desborda su responsabilidad desde el momento que el principal representante del Estado en el departamento pidió que se concediera el permiso.

“Nos lo han impuesto”, aseguró en el pleno municipal, un argumento que repite ahora, al tiempo que, a diferencia de la oposición, sí considera válido el interés general y los motivos de seguridad invocados.

La obra ya ha comenzado y el plazo para revocar el permiso ha pasado. Bernard asegura que no se trata de obligar al rey de los belgas a derribar la construcción, ni a obligarle a abandonar Yeu.

“Somos gente de las islas, acogedores. Desde que llegaron aquí, los reyes han sido ejemplares, discretos y amables con la población. No tenemos nada contra ellos, ni contra los belgas en general. Pero su ejemplo no debe repetirse. No queremos privilegios de ningún tipo. Nos guía la equidad”, señala.

EFE