Putin reinstaura los centros de desintoxicación etílica en Rusia

 El presidente ruso, Vladímir Putin, firmó hoy un decreto que reinstaura la figura de los centros de desintoxicación etílica en este país con el fin de combatir el alcoholismo y los delitos relacionados con esa adicción

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Las regiones deberán habilitar locales especiales adonde la policía trasladará a los ciudadanos en estado ebrio, que recibirán asistencia médica, incluso contra su voluntad, según la ley, que fue aprobada hace una semana por la Duma o Cámara de Diputados.

En estos momentos, la policía puede trasladar a dichas personas solo a centros hospitalarios, donde pueden representar un peligro para el personal sanitario, según explicaron los diputados.

Según las cifras oficiales, cada año unos 10.000 rusos en estado ebrio mueren de congelación en las calles en invierno y cerca de 200.000 son recogidos por la policía.

En la Unión Soviética dichos centros (“vitrezvitel”) estaban muy extendidos y corrían a cargo del Ministerio del Interior desde la década de 1930, pero una vez llegó la democracia dicha institución fue muy criticada como instrumento de represión estatal y desapareció hace una década.

Ante el aumento de la criminalidad y la siniestralidad asociada al alcoholismo, y al aumento de la muerte de borrachos en comisaría, en algunas regiones locales celdas similares se reabrieron en los últimos años.

A partir del 1 de enero, serán las personas que sean trasladadas a dichos centros de desintoxicación las que tengan que pagar de su propio bolsillo la noche en un camastro.

Por el momento, se desconoce si la estancia en dichos locales incluirá las duchas frías que les hicieron famosos en la URSS, lo que fue recogido no pocas veces en películas de la época.

Putin, que apenas consume alcohol en público, ha promovido en los últimos 20 años un estilo de vida sano con especial hincapié en la práctica del deporte.

La Organización Mundial de la Salud ha cifrado en un 43 % la reducción del consumo de bebidas como el vodka en Rusia entre 2003 y 2016.

Según las estadísticas oficiales, hace una década unas 40.000 personas morían anualmente de intoxicación etílica, cifras que el entonces presidente ruso, Dmitri Medvédev, calificó de “desastre nacional”.

Con todo, cualquier intento de introducir una ley seca a nivel federal o local se ha topado con el descontento de los rusos, incluida la reciente recomendación de no consumir alcohol en caso de vacunación contra la covid-19.