En este club, con un gran campo de golf, se extiende la mansión de los Trump en la que el mandatario solía pasar los fines de semana durante su presidencia y a la que se mudará el mes que viene.
“Los cambios en sus habitaciones privadas, muchos de los cuales fueron supervisados por su esposa, la primera dama Melania Trump, no fueron del agrado del presidente y estaba enojado”, asegura la cadena.
Las obras en la villa han durado varias semanas para hacer que el espacio parezca más habitable y para actualizarlo de cara a la futura vida del multimillonario y su familia.
Esos cambios parece, sin embargo, que no están en consonancia con “la estética de Trump, según su reacción. Trump también estaba disgustado con otras renovaciones en la propiedad, no solo en el espacio habitable”, cita la CNN.
Fueron Melania Trump y su decorador de interiores, Tham Kannalikham, quienes seleccionaron muchos de los detalles de las renovaciones y no el personal de Mar-a-Lago, según el medio, que asegura que no es la primera vez que el gusto personal del presidente choca con el de su esposa.
El mandatario estaba tan disgustado esta semana con el aspecto de algunas de las renovaciones que pidió que se quitaran las piezas de la decoración, que consistían en mármol blanco y abundancia de madera oscura, y así se hizo.
Trump tampoco estaba “emocionado” con algunas de las actualizaciones decorativas de la mansión de Camp David, otro proyecto de la primera dama, cuando las vio durante las pasadas vacaciones de Acción de Gracias, según otra fuente cercana al presidente que cita la CNN.