Los granjeros, que comenzaron a llegar a la capital india el pasado 26 de noviembre, provenientes de los principales estados agrícolas del país, se instalaron en algunas de las principales vías de acceso a la ciudad, y se han mantenido allí pese a que los termómetros caen ya por debajo de los 10 grados centígrados durante la noche, y la convicción de que no abandonarán la protesta hasta que las leyes “anticampesinos” sean abrogadas.
Los campesinos conmemoraron el día con una breve ceremonia. En uno de los puntos fronterizos de la capital india y el estado agricola de Haryana, cientos de personas leyeron oraciones frente a las fotografías de 29 personas que, aseguran, murieron a causa de la situación de los granjeros.
En un cartel colgado en uno de los puntos, los agricultores afirman que no descansarán hasta alcanzar el objetivo por lo que perdieron la vida sus compañeros.
Las tres polémicas leyes que desataron la ira campesina liberalizan tanto los precios de venta como la cantidad vendida de ciertos cultivos, por lo que ahora los agricultores deberán negociar los precios con las empresas dentro de la cadena de distribución.
El Gobierno ha defendido la reforma asegurando que esto permitirá al agricultor negociar en sus propios términos, pero los campesinos consideran que la ley les deja desamparados y en manos de las grandes empresas.
Las partes han sostenido varias rondas de negociaciones infructuosas en las últimas tres semanas.
El pasado jueves los campesinos consiguieron el respaldo del Tribunal Supremo de la India para mantener la protesta pese a la petición de la Fiscalía y la Procuraduría general de abolir la manifestación.
