Algunas víctimas, heridas en el ataque, murieron «debido a la falta de instalaciones médicas» en la ciudad de Galkayo, capital de la región de Mudug, dijo a Efe el trabajador sanitario del Hospital General de esa urbe Dahir Gaab.
Gaab señaló que las autoridades intentan trasladar en avión a los heridos a la capital de Somalia, Mogadiscio, situada a unos 600 kilómetros.
Entre los muertos del atentado, que se atribuyó el grupo yihadista somalí Al Shabab, figuran tres altos cargos de las Fuerzas Armadas de este país del Cuerno de África y un excalde de Galkayo.
El atacante vestía un chaleco de explosivos y se hizo estallar frente al Estadio Abdullahi Isse poco antes de que antes de que el primer ministro somalí, Mohamed Hussein Roble, y el presidente de la región de Mudug, Ahmed Abdi Kariye, se reunieran allí en un mitin de bienvenida, que había congregado a una multitud de residentes y a numerosos miembros de las fuerzas de seguridad.
El ataque fue condenado por el presidente de Somalia, Mohamed Abdullahi Farmajo, quien envió sus «condolencias» a los familiares de las víctimas mortales.
El representante especial de la ONU para Somalia, James Swan, también reprobó el atentado. «Este acto reprobable es un ataque contra toda la gente y los líderes del norte y sur de Galkayo que han trabajado tan duro para mantener la paz allí en los últimos años», subrayó.
Al Shabab, organización afiliada desde 2012 a la red terrorista Al Qaeda, controla parte del centro y el sur de Somalia.
Los yihadistas, que no sólo perpetran atentados en Somalia, sino también en países vecinos, especialmente Kenia, pretenden instaurar en Somalia un Estado islámico de corte wahabí (ultraconservador).
Somalia vive en un estado de guerra y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, lo que dejó al país sin gobierno efectivo y en manos de milicias islamistas y señores de la guerra.