El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, dijo este domingo que su Gobierno cree «en la posibilidad de una relación bilateral constructiva y respetuosa de las diferencias», un día después de que el demócrata Joe Biden fuera declarado presidente electo de Estados Unidos.
Aunque el mandatario no mencionó ni felicitó específicamente al nuevo inquilino electo de la Casa Blanca como sí han hecho otros líderes latinoamericanos, se trata de la primera reacción de la cúpula cubana a la victoria de Biden, que llega en uno de los momentos más bajos de la relación entre La Habana y Washington.
«Reconocemos que, en sus elecciones presidenciales, el pueblo de EEUU ha optado por un nuevo rumbo. Creemos en la posibilidad de una relación bilateral constructiva y respetuosa de las diferencias», escribió Díaz-Canel en un mensaje de Twitter que acompañó de las etiquetas «#SomosCuba» y «#SomosContinuidad».
El silencio oficial de casi 24 horas que mantuvo el Gobierno de la isla contrastó con el seguimiento que los medios estatales del país han dado en las últimas semanas al proceso electoral estadounidense, que también generó expectación en la población y fue debatido con especial intensidad por los cubanos en las redes sociales.
Otra de las reacciones destacables hoy fue la de la diplomática Josefina Vidal, actual embajadora de la isla en Canadá y quien fuera, por la parte cubana, uno de los rostros más visibles del «deshielo» bilateral impulsado por la anterior administración de Barack Obama.
«Una relación de coexistencia civilizada entre Cuba y EE.UU., basada en el respeto de las diferencias y en la identificación de áreas de interés y beneficio mutuo, es posible. #BidenHarris2020», tuiteó Vidal, quien en su puesto anterior como directora general para Estados Unidos de la Cancillería cubana jugó un importante papel en los diálogos para la normalización de las relaciones entre los dos países.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017 supuso el retorno a la política hostil hacia la isla tras el breve acercamiento que Obama impulsó entre finales del 2014 y finales del 2016.
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A lo largo de estos cuatro años, y especialmente en los dos últimos, la Administración estadounidense ha dado marcha atrás en el «deshielo» e incrementado las sanciones con el objetivo de dañar la ya deteriorada economía de la isla y las miras puestas en sectores estratégicos para las arcas estatales como el turismo, las remesas o las misiones médicas.
EE.UU. ha justificado las nuevas hostilidades en el supuesto apoyo de Cuba al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y en el irrespeto a los derechos humanos por parte del Gobierno del país caribeño.
Cuba atraviesa serios apuros económicos en este momento, reflejados en una creciente escasez de alimentos y productos básicos, ya que la pandemia obligó al país a cerrar sus fronteras al turismo desde abril pasado.
El presidente electo, Joe Biden, aseguró durante su campaña que reencauzará la relación bilateral y revertirá las sanciones de los últimos cuatro años, aunque por el momento no se ha comprometido a tratar de levantar el embargo que su país mantiene sobre Cuba desde hace seis décadas, algo que solo puede hacer con el respaldo del Congreso.