Las ciudades en Venezuela se ruralizan por la crisis

Debido a la crisis alimentaria que ha padecido Venezuela en los últimos años, muchas personas han adoptado producir sus alimentos en sus viviendas como una alternativa para garantizar sus tres comidas al día.
Venezuela se ruralizan por la crisis
Foto: Referencial

La enfermera Milagros Armas camina casi una hora desde el centro de Guatire hasta un fértil terreno que cultiva a las afueras de esta ciudad, cercana de Caracas, y donde la crisis y el hambre que atraviesa Venezuela hace más de un lustro están consiguiendo un efecto que pocos esperaban: la ruralización.

Armás cultiva desde hace 5 años plátanos, bananas, sandías, auyama, aguacates y maíz, productos, que si no fuera por este esfuerzo, que surgió en medio de la escasez, no estarían en su mesa.

Armas, al igual que los miles de venezolanos que optan por la agricultura urbana, no le quedó otra opción: su salario como enfermera alcanza, en el mejor de los casos, los 10 dólares por mes, mientras que la canasta alimentaria se ubicó en julio en casi 270 dólares, de acuerdo con los cálculos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas).

PLAN CONTRA ESCASEZ

Cuando la escasez de medicinas y alimentos básicos sacudía al país para el año 2016, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, creó el Ministerio de Agricultura Urbana, una cartera pensada para promover la economía de subsistencia.

Sin embargo, fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013) solía relatar en público y cada vez que podía las bondades de la siembra en las ciudades, e incluso llegó a proponer la cría de gallinas en edificios de viviendas de Caracas.

Maduro retomó la idea con el fin de solventar la crisis y el flujo de caja de su Gobierno se contrajo por la caída en la producción de la industria petrolera, de donde Venezuela obtenía casi el 96 % de sus ingresos.En sus inicios el programa fue titubeante, y apenas se vieron resultados en su primera etapa, siendo relanzado en 2018, que animó a más residentes de las ciudades a sembrar los especies que con sus ingresos no podrían costear en el mercado.

“AYUDA MUCHÍSIMO”

Es el caso de Argenio Córdoba, que produce en un terreno cercano al de Armas buena parte de los alimentos que pone en su mesa.
Yo tengo tiempo que no sé lo que es comprar un plátano, cambures, lechoza”, dice el hombre de 58 años a Efe. “Lo que se saca es para consumo personal, mi familia es grandísima”, añade.

Córdoba fue restando cada vez más el tiempo que pasaba en su herrería, que poco dinero producía en medio de la crisis, para dedicarlo a la siembra, el trabajo que ponía alimentos en su mesa.

Sin esas siembras, asegura que sus finanzas “se pusieran pequeñitas”, sobre todo en medio de la difícil situación que atraviesa el país y que se agudizó por la pandemia.

SIN UN APOYO CONTUNDENTE

Aunque la idea de llenar las ciudades venezolanas de siembras parte, principalmente, de Maduro, algunos señalan que son pocos los apoyos que el Gobierno ofrece a la empresa.

Armas dice a Efe que apenas tuvo capacitación para hacer abono con lombrices, aunque este método precisa parte del tiempo que ella pasa en el hospital, por cuanto no ha podido ponerlo en marcha.

Entretanto, Córdoba asegura que en cinco años no recibió capacitación, solo un kilo de semillas para plantar maíz con la condición de devolver el favor cuando obtenga su cosecha.

EFE