Feligresía victoriana celebró santa misa en honor a la Virgen de Guadalupe

Al celebrarse 488 años de la aparición por primera vez de la Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, santa patrona de México, Latinoamérica y La Victoria, se celebró una misa en la Ciudad de la Juventud, siendo oficiada por monseñor Enrique Parravano, obispo de la Diócesis de Maracay.

La Virgen de Guadalupe fue homenajeada en La Victoria
La Virgen de Guadalupe fue homenajeada en La Victoria

La eucaristía que contó con el apoyo de la alcaldesa Sumiré Ferrara, se realizó en la iglesia que lleva el nombre de la santa patrona y a la misma asistieron autoridades del equipo de gobierno del municipio José Félix Ribas, así como la estructura municipal del Partido Socialista Unido de Venezuela, acompañado de la feligresía católica victoriana.

Cabe mencionar que la actividad religiosa estuvo precedida por una procesión que partió desde la populosa esquina Soco, transitando en hombros la imagen de la Virgen de Guadalupe por la avenida Francisco de Loreto hasta llegar a la plaza Ribas, donde le aguardaba una agrupación de mariachis, quienes haciendo gala de grandes interpretaciones dieron la acostumbrada serenata a la patrona.

En sus palabras, monseñor Parravano habló sobre la unión familiar en estos tiempos de dificultades, aseguró que el amor puesto en Dios, el respeto y la tolerancia son fundamentales en el crecimiento espiritual de la sociedad.

Indicó Parravano que desde su aparición en México de la virgen María en la advocación de la Guadalupe, han sido muchos los milagros que se le atribuyen no sólo en el país azteca, sino en todo el continente americano convirtiéndose así en la referencia y devoción católica de los latinoamericanos.

Estamos de júbilo, la bendición de Nuestra Señora de Guadalupe nos conduce a un mejor mañana, donde la honestidad y el respeto entre todos como hermanos debe reinar en cada hogar, en cada comunidad, en cada rincón de nuestra hermosa Venezuela, para el pueblo de La Victoria, para el país y el resto del mundo pido Dios derrame sus bendiciones, sea siempre el farol que nos guíe en el andar“, expresó monseñor Enrique Parravano, obispo de la Diócesis de Maracay.