Sonda Voyager 2 abandona el sistema solar después de 42 años de viaje

El 20 de agosto del 1977, la sonda espacial Voyager 2 despegó de la Tierra rumbo a los confines del Sistema Solar. Ahora, tras más de 40 años de viaje, ha salido del sistema solar y entrado en el espacio interestelar, también conocido por las siglas ISM.El 20 de agosto del 1977, la sonda espacial Voyager 2 despegó de la Tierra rumbo a los confines del Sistema Solar. Ahora, tras más de 40 años de viaje, ha salido del sistema solar y entrado en el espacio interestelar, también conocido por las siglas ISM.

El estudio, publicado este lunes en la revista científica británica «Nature Astronomy», ha estado a cargo de investigadores de la Universidad de Iowa (EE.UU.), que han confirmado el paso y la entrada del Voyager 2 al ISM el 5 de noviembre de 2018, tal y como han dado a conocer ahora.

El ISM es la región interestelar con contenido de materia y energía entre las estrellas dentro de una galaxia. Por su parte, los astrónomos, agrega el artículo, pudieron confirmar este importante paso cuando el instrumento de medición de onda de plasma que lleva la sonda detectó un marcado aumento en la densidad de plasma (estado fluido similar al gaseoso).

Este incremento es claro en el paso que hizo la sonda desde un plasma caliente, de baja densidad y característico del viento solar, al frío y de alta densidad de plasma en el espacio interestelar. Este tránsito es similar al aumento también en la densidad de plasma detectado por la sonda espacial hermana Voyage 1 -ambas lanzadas en 1977 desde Cabo Cañaveral- cuando cruzó al espacio interestelar, ocurrido en 2012.

Para alcanzar el espacio interestelar, la Voyager 2 recorrió 119.7 unidades astronómicas (UA), mientras que la Voyager 1 lo logró a 122,6 UA. Los responsables de la misión explican que, con estos nuevos datos sobre la mesa, podemos deducir que la heliosfera (la región espacial que se encuentra bajo la influencia del astro) es prácticamente simétrica.

Las dos Voyagers durarán más que la Tierra pues los mismos están en sus propias órbitas alrededor de la galaxia durante 5.000 millones de años o más. Y la probabilidad de que se topen con algo es de casi cero, aseguró la revista.