Guns N’ Roses sorprendió a todos al grabar el disco de debut más vendido de la historia

Para cualquiera, creer en el éxito de cinco chicos con una evidente inclinación por el desorden público: sexo, droga y alcohol es complicado. Sin embargo, la banda Guns N’ Roses sorprendió a todos al grabar el disco de debut más vendido de la historia: Appetite for destruction. Aunque no todo es color de rosas.

En enero de 1987, Axl Rose (cantante, Indiana, 1962), Slash (guitarrista, Londres, Reino Unido, 1965), Izzy Stradlin (guitarra, Indiana, 1962), Duff McKagan (bajista, Washington, 1964) y Steven Adler (batería, Ohio, 1965) con edades entre 21 y 25 años, entran por primera vez a un estudio de grabación. A pesar de que no todos creyeran en su talento, esta banda pasó a marcar la escena rockera de los ochenta en Los Ángeles.

Sus canciones tenían el ambiente hedonista de la metrópolis, donde apenas un par de calles separaban la lujuria de los privilegiados y la marginalidad de los excluidos del sueño de Hollywood.

La grabación duró dos meses, lo normal en una producción de estas características, pese a que los músicos eran habitualmente arrestados normalmente por peleas en bares, llegaban tarde al estudio o directamente ni acudían.

La mayoría de letras de Appetite for destruction narraban experiencias de los miembros del grupo, caso de Welcome to the jungle, nacida de un asalto sufrido por el vocalista al llegar a Los Ángeles. El atracador le espetó una frase que, por la magia del destino, hoy es historia del rock: “¿Sabes dónde estás? Estás en la jungla, ¡vas a morir!”.

Una de las canciones estrella del álbum es un clásico del rock, Sweet child O’Mine. Esta nació de un simple ejercicio de Slash para calentar los dedos. Izzy Stradlin añadió unos acordes y la canción se completó rápidamente. “No es que la canción no sea buena, pero me parecía una de las cosas más gays que se podían hacer”, puntualizó Slash sin mucha fortuna en un programa de radio en 2014.

Appetite for destruction no era lo típico del momento. Por eso pasó a marcar un hit en la época. Lo que se veía como un disco “totalmente anticomercial” acabó siendo el debut más vendido de la historia. “Era lo contrario a todo lo que estaba sucediendo en la música convencional: sonaba crudo, sucio y peligroso”, apunta Kory Grow, de la revista Rolling Stone.

Guns N’ Roses siempre habían parecido más reales que otros grupos, y sinceramente, creo que puede que lo fueran. En vez de reflejar el estilo de vida del rock&roll, Guns N’ Roses lo adoptaron de verdad. Con toda seguridad por tal motivo el disco llegó a convertirse en la leyenda que es hoy

Sin embargo, el éxito fue momentáneo y resultó ser más duro que cualquier sustancia. Los problemas para gestionar la fama intensificaron el consumo de drogas y las hostilidades entre los miembros. Lo que un día fue un grupo de cinco chicos, terminó acabando en despido y desaparición por su propio pie.

Axl Rose renovó la banda al completo y hasta regrabó el primer disco con otros músicos en 1999. La nueva versión solo vio la luz de manera en un fragmento del remake de Sweet child O’Mine, en la película Un papá genial, protagonizada por Adam Sandler. Y en eso quedó todo.
En 2016, a un año del 30º aniversario del disco, Slash y el bajista Duff McKagan se reincorporaron a Guns N’ Roses pero, como nunca nada es perfecto, Izzy Stradlin decidió irse alegando que “no querían repartir las ganancias equitativamente”. El batería Steven Adler fue invitado a varios conciertos, pero no se reincorporó oficialmente.

Ahora, según ha confirmado Slash, la banda prepara un nuevo disco de estudio, el séptimo de su carrera. Está por ver si los plazos de entrega serán tan flexibles como los once años de grabación y producción que abarcó el disco previo de Guns N’ Roses, Chinese democracy.