Ratas capaces de detectar minas antipersona en África

El diccionario de la Real Academia Española define fobia (del griego phobía ‘temor’) como una aversión exagerada a alguien o a algo. Una de las más comunes es el miedo a las ratas y ratones, también conocida como murofobia. Sin embargo, muchos de estos roedores, más que aterrorizar, pueden resultar incluso simpáticos, y esperamos que lo sean más aún para los lectores después de descubrir esta insólita forma que tienen de cooperar en labores de tipo humanitario.

La rata de abazones gigante austral

Para situarnos, empezaremos hablando de nuestra protagonista, la rata de abazones gigante austral (Cricetomys ansorgei). Este animal mide de 25 a 45 centímetros, aunque su cola puede llegar a tener una longitud de 46 centímetros, y pesa cerca de dos kilos. A pesar de su nombre, este roedor tan solo está lejanamente emparentado con las que se conocen como ‘ratas verdaderas’, ubicadas en la familia Muridae. Estudios moleculares recientes sitúan las ratas gigantes en la familia Nesomyidae, parte de una antigua radiación de múridos africanos y malgaches. El nombre ‘rata de abazones’ se refiere a las grandes bolsas de sus mejillas.

Estas ratas son omnívoras y se alimentan tanto de plantas como de pequeños animales, especialmente insectos. Son muy aficionadas a llenar sus abazones con nueces y, al igual que muchos otros roedores como los hámsteres, conejos y cobayas, estas ratas son coprófagas y fermentan los alimentos en sus intestinos distales, produciendo pellets fecales blandos que contienen alimentos aún semi-digeridos que vuelven a comer para completar su asimilación.

Las ratas gigantes son capaces de reproducirse hasta diez veces al año, con una gestación que dura de 27 a 36 días. Cada camada está formada por entre una y cinco crías que se nutren de las ocho glándulas mamarias que tienen las hembras.

Las ratas gigantes son predominantemente nocturnas y constituyen una fuente de alimento importante en muchas partes de África, donde su carne es muy apreciada. Además, y aunque parezca sorprendente, las ratas de abazones cumplen tareas humanitarias en varios países del mundo.

El entrenamiento de las ratas

APOPO (sigla de Anti-Persoonsmijnen Ontmijnende Product Ontwikkeling, que en español significa “Desarrollo de Productos de Remoción de Minas Antipersona”) es una ONG global sin ánimo de lucro registrada en Bélgica que utiliza ratas de abazones gigantes australes para la remoción de minas antipersona y la detección de la tuberculosis humana. Para ello se aprovechan del gran sentido del olfato de estos animales, que son entrenados para detectar el trinitrotolueno (TNT) y los esputos de enfermos de tuberculosis.

APOPO ya ha apoyado la eliminación de minas en Angola, Mozambique y Camboya y se prevé que en un futuro próximo pueda prestar también su labor en Zimbabue y Colombia. Además, junto con más de 140 clínicas públicas, la organización trabaja en el diagnóstico de tuberculosis en Tanzania, Mozambique y Etiopía.

Para poder trabajar de forma fiable, las ratas deben ser capacitadas durante un promedio de nueve meses con un coste estimado de 6.000 euros por rata entrenada. Además, antes de ser ‘empleados’, estos  animales deben pasar un test de acreditación. Una vez superado, las ratas son capaces de trabajar entre cuatro y cinco años antes de su merecido retiro.

Detección de minas antipersona

Las ratas, al ser relativamente livianas, pueden caminar en los campos minados olfateando sin el peligro de activar los explosivos. Una vez localizadas las minas, el personal especializado se encarga de removerlas o detonarlas en función de las circunstancias.

La ventaja del uso de estas ratas es que son mucho más rápidas en la detección de las minas que otros métodos, y además se elimina el peligro de explosiones accidentales. Una rata puede buscar minas en un área del tamaño de una cancha de tenis en media hora, mientras que un operario emplearía alrededor de cuatro días en cubrir la misma superficie.

Además de mejorar la seguridad, agilizar el proceso permite a las poblaciones afectadas regresar a sus tierras y reanudar sus vidas con mayor rapidez.

Detección de tuberculosis

Como ya hemos comentado, estas ratas gigantes no solo hacen esta importante labor humanitaria de la remoción de minas sino que también ayudan a detectar a enfermos de tuberculosis.

Estos increíbles roedores son capaces de detectar la enfermedad e incluso la encuentran en muestras declaradas como negativas por las clínicas asociadas a APOPO, que se encarga de confirmar en su laboratorio, con test aprobados por la Organización Mundial de la Salud, el hallazgo de las ratas y de notificar a las clínicas el diagnóstico. Una rata puede examinar cien muestras en menos de veinte minutos, una tarea que le llevaría cuatro días de trabajo a un técnico en una clínica.

Queda mucho por hacer

A pesar del trabajo realizado, hay aún sesenta países que sufren de la amenaza de minas, que constituyen una verdadera barrera estructural para el desarrollo y crecimiento económico una vez que los conflictos armados finalizan, pues miles de niños y adultos inocentes resultan heridos o muertos debido a las minas. La detección de las minas es un proceso difícil, peligroso, caro, y que consume mucho tiempo.

Por otro lado, la tuberculosis es la principal causa de muerte por enfermedades infecciosas en el mundo: cada año hay diez millones de casos nuevos y mueren alrededor de 1.6 millones de personas a causa de esta enfermedad.

Queda claro, pues, que hay mucho camino por recorrer aún y que se necesitan soluciones de muy diversa índole, como por ejemplo el caso de estas ratas humanitarias.

El fino olfato de las ratas gigantes puede ofrecer otras posibilidades, y APOPO trabaja en un proyecto para usarlas en la detección de escalas de  pangolín y maderas duras de África. Las ratas podrían ser de utilidad en la detección de cuerno de rinoceronte y marfil, así como drogas y otras sustancias prohibidas.