Detrás de la película “El exorcista”

“The Exorcist”, la novela de William Peter Blatty inspirada en un hecho real supuestamente ocurrido en los Estados Unidos a finales de los 40, se convirtió en best seller de la noche a la mañana. Publicada en 1971 luego de los crímenes del clan Manson, de los ecos sangrientos que llegaban desde Vietnam y de la matanza de cuatro pacifistas en una manifestación en la Universidad Kent en Ohio, encontraba el ánimo ideal en una población ávida de especulaciones y paranoias sobre el origen y el porqué del Mal.

Una de las escenas mas emblematicas del Film

Durante una de las maratonianas sesiones de cásting de El exorcista, William Friedkin creía haber encontrado a la niña ideal para el papel de Regan: la chica tenía 12 años, pero se había leído el libro y parecía muy espabilada. Y lo era, tanto que cuando el cineasta le preguntó si sabía lo que tendría que hacer en el rodaje, ella respondió: “Masturbarme con un crucifijo”. Friedkin, apabullado, le preguntó si sabía de qué estaba hablando. “Pues claro que lo sé, de hacerme una paja”, contestó ella. “Pero, ¿tú haces esas cosas?”, prosiguió el director, a lo que la niña repuso “Yo sí, ¿y tú?”. Por supuesto, la joven actriz era Linda Blair, y gracias a esa conversación tan sórdida, el papel fue suyo.

Para crear la impresión de que la pequeña tenía fuerza sobrehumana, Burstyn fue amarrada a un cable del que tiraba un tramoyista para hacerla caer al suelo. Pese a las advertencias de la actriz, el cineasta ordenó al hombre que tirase con todas sus fuerzas, a resultas de lo cual ella sufrió una lesión crónica en la espalda. Otras perrerías concebidas por el director fueron rodar algunas escenas dentro de una cámara frigorífica (la pobre Blair sólo llevaba un camisón) y llenarle a Linda la boca con sopa de guisantes para obtener el legendario vómito verde.

Encabezado por un director al que todos apodaban ‘Willie el loco’ y preso de una mala pata casi sobrenatural, no faltaron los rumores de que el rodaje de El exorcista estaba embrujado: las prórrogas a su calendario y los incrementos de un presupuesto que acabó rayando los 39 millones de euros (una cifra desorbitada para la época) suscitaron pronósticos de que la película acabaría arruinando a Warner. Amén de los accidentes sufridos por Ellen Burstyn y Linda Blair (que se hirió la cabeza rodando una escena), uno de los platós fue destruido casi por completo durante un incendio. La cosa llegó a tal punto que Friedkin pidió al sacerdote Thomas Berningham, el asesor religioso de la cinta, que realizara un auténtico exorcismo. El cura sentenció, con buena lógica, que el ritual romano sólo caldearía aún más los ánimos, pero Friedkin logró persuadirle de que, por lo menos, bendijese al equipo.