Los habitantes de la comunidad de El Castaño de la parroquia Zuata del municipio Ribas, manifestaron que viven como en una “boca de lobos”, debido al gran problema que existe actualmente con respecto al alumbrado público en este sector, que no les permite llevar un nivel de vida digno.
En este sentido, los afectados comentaron que les da terror salir de sus casas cuando cae la noche en vista de los constantes apagones en la zona, ya que en ocasiones sirven de escondite para los delincuentes que visitan el lugar en busca de cometer sus delitos.
“Han pasado gobiernos y gobiernos; y ninguno ha hecho nada por nosotros, les hago un llamado para que se aboquen a las necesidades que realmente tiene nuestra comunidad”, comentó Yuberson Díaz, quien reside en el sector “A” de El Castaño desde hace 10 años.
De la misma forma, los vecinos señalaron que el nivel de basura y escombros que invaden las calles de esta comunidad son totalmente incontrolables, a consecuencia de la ausencia del aseo urbano que no visita el lugar de manera regular y esto se le une la inconsciencia de los mismos pobladores, quienes no escatiman en lanzar basura por todos lados.
“Todo el mundo viene para acá a botar basura. Hemos visto como personas de otras partes vienen a dejar sus desechos y hasta escombros. Y se van como si nada estuviese pasando. Uno para evitar problemas se queda callado, pero es algo que se debe evitar de alguna forma”, manifestó el señor Oswaldo Requena.
Requena también expuso que los camiones del aseo tardan en recoger la basura. “Por semanas pasa una sola vez y si acaso. A veces nos dejan hasta semanas con ese basurero y el poco de gusanos. Hemos hecho los llamados para nadie nos hace caso. Vivimos en la insalubridad”.
Para finalizar, quienes hacen vida en El Castaño esperan que en los próximos días los camiones recolectores de la municipalidad y las cuadrillas de Corpoelec, vayan al sector y ejecuten la labor que les correspondiente, para de esa forma brindarle una mejor calidad de vida tanto a los que allí hacen vida, como a los transeúntes asiduos.
DANIEL MELLADO | elsiglo
