Escapaban de la masacre siria y murieron en Atentado de Nueva Zelanda

La familia Mustafa había llegado hace cinco meses a Nueva Zelanda. Hamza, uno de los hermanos, avisó a su madre del ataque: “Hay alguien disparando en la mezquita”. No sobrevivió.

Según Jamil El Biza, el momento más estremecedor del funeral fue cuando el joven Zaed se colocó frente a los cadáveres de su padre, Khaled Mustafa y de su hermano Hamza. Ambos cuerpos, recogidos en sendos féretros de madera y envueltos en sus respectivos sudarios, habían sido alineados sobre la tierra.

Zaed Mustafa (centro), herido en Christchurch, asiste al funeral de su padre Khaled Mustafa y de su hermano Hamza

“Estaba como hablando con su padre. Le dijo: yo no debería estar aquí delante de ti sino tendido a tu lado. No me quiero quedar sólo”, afirmó el muchacho.

Tras el entierro, Zaed se resistía a volver al hospital pese a que sólo hace 5 días tuvo que someterse a una operación de seis horas tras ser herido en el mismo atentado que acabó con la vida de sus familiares.

“No volvió hasta que recibió las condolencias de todos los presentes”, asevera el visitante australiano, un representante de una organización islámica australiana, que se ha desplazado hasta Christchurch para intentar ayudar a las víctimas del brutal ataque de un supremacista blanco de su propio país.

Así, entre rezos y llantos, Christchurch asistió hoy a los primeros funerales de las 50 víctimas que dejó el tiroteo del día 15.

La historia personal de la familia Mustafa atesora todo el trágico simbolismo de este suceso. Habían llegado hace sólo 5 meses a Nueva Zelanda, escapando de la guerra civil de su país de origen, Siria.

“Escapaban de las masacres de Siria y murieron en una aquí, en Nueva Zelanda”, apuntó Jamil.

La esposa de Khaled, Salwa, recordaba horas antes en una entrevista en la radio local que cuando les propusieron refugiarse en Nueva Zelanda les dijeron: “Oh, es el país más seguro del mundo, el más maravilloso al que podáis ir. Vais a comenzar una vida maravillosa, pero no ha sido así”.

El clan huyó del conflicto que ha destruido su país refugiándose durante 5 años en Jordania antes de venir a Nueva Zelanda.

Fue el propio Hamza quien informó del ataque a su madre, llamándola por teléfono, cuando todavía se estaba produciendo. A través de la línea pudo escuchar las carreras y el sonido de los disparos.

“Mamá, hay alguien en la mezquita disparando. Le ha dado a mi hermano (Zaed) en la pierna”, le dijo el chaval.

La señora respondió presa del pánico. “¡Hamza, Hamza! ¿qué está pasando?”, asegura que le gritó. Pero el chaval ya no volvió a responder. Un balazo le atravesó la cabeza.

Al cabo de varios minutos, un extraño respondió a la llamada y le comunicó la tragedia. “Lo siento, su hijo ya no respira, creo que está muerto”, le informó.