Hong Kong estrenará carcel inteligente

“Las máquinas podrán hacer cualquier cosa que hagan las personas, porque las personas no son más que máquinas”, dijo Marvin Minsky, padre de la IA a la revista Muy Interesante en octubre de 1996. Más de dos décadas después vivimos en la era del Internet de las Cosas y la hiperconectividad, donde coches, hogares, tiendas, hospitales o ciudades se han vuelto inteligentes, conectadas y controladas por algoritmos.

 Como cualquier otro tipo de institución e infraestructura, las cárceles también viven este proceso: un paradigma interesante -y controvertido- es el plan recientemente anunciado por Hong Kong.

La tecnología está pensada para controlar que los reclusos no experimenten problemas como sufrir una sobredosis de drogas de contrabando, pelear con otros presos o autolesionarse. El plan del sistema inteligente de prisiones de la ciudad china fue anunciado el pasado jueves por el Departamento de Servicios Correccionales (CSD) de Hong Kong. El primer paso será probar varias tecnologías a pequeña escala y luego implementarlas de forma más amplia si tienen el impacto deseado.

La labor de la IA será en parte, realizar el “trabajo sucio”: de acuerdo con el South China Morning Post, una de esas tecnologías es un brazo robótico que filtra las heces de los reclusos recién ingresados ​​en busca de artículos de contrabando, como las drogas, una tarea previamente realizada por oficiales que empuñan palos de madera.

Otra es una pulsera de seguimiento que el SCMP describe como “similar a los wearables de deporte y salud que se venden en el mercado”. Estos dispositivos portáties ehará un seguimiento de los signos vitales y el paradero de los reclusos, recopilando información biométrica y alertando a los funcionarios si advierte algo que no está bien, incluidas las señales de que el recluso puede haber lesionado sí mismos. En 2018 se registraron dos suicidios y 48 lesiones.

Las instalaciones elegidas para comenzar la prueba son las de la prisión de Pik Uk, que ya está implementando un sistema de videovigilancia “inteligente“. Sus 12 cámaras incluyen funciones de monitoreo analítico de vídeo capaces de detectar comportamientos inusuales, como que un preso se lastime o se derrumbe, alertando a los funcionarios.

Mientras que las tareas de cribado de heces realizadas por un autómata no son demasiado controvertidas, la polémica se cierne sobre las otras dos medidas, ya que tanto wearables como cámaras pueden atentar contra la privacidad e intimidad de los presos. De hecho, dos de las cámaras en uso en la prisión de Pik Uk están ubicadas en baños de presos, aunque Ng Chiu-kok afirmó que partes de las imágenes del inodoro están ocultas y se oscurecen.

“La forma en que [el CSD] usará y almacenará la información, si se puede abusar de ella, son temas delicados”, dijo el legislador del sector de bienestar social Shiu Ka-chun al SCMP. “Necesitan indicar con precisión qué datos registra la pulsera”.

EFE.