El juego de la seducción: ¿qué dice la psicología?

Como si de cualquier otro juego se tratase, en la seducción podemos mejorar mucho. Conocer las reglas del juego y algunos trucos que nos ofrece la Psicología nos puede ayudar a conseguirlo.

La seducción, al contrario de lo que mucha gente puede creer, no es un concepto atribuible únicamente al ámbito sexual o erótico.

En nuestro día a día se suelen dar muchas situaciones en las que tenemos que “seducir” de una u otra forma.
¿Acaso no tenemos que seducir a quien nos hace una entrevista de trabajo? ¿O a quienes acuden a presenciar una exposición nuestra? Seducir consiste en convencer, en persuadir a una persona o conjunto de personas para que nos elijan en un determinado contexto o bien elijan una opción que nos interese.
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La palabra ‘seducción’ proviene del latín seducere, que combina el sufijo se (separación) con el verbo ducere (guiar o dirigir), e implica separar o dirigir a alguien fuera de su camino o posición. Esta es solo la acepción original, pero a lo largo de la historia se le ha ido dando diferentes sentidos.
Es en la Biblia, en su traducción al latín, donde este verbo pasa a tener una connotación mucho más concreta, reduciendo su significado al acto del engaño o la ocultación de información para la obtención de alguna recompensa (cuando Eva es seducida por la serpiente en el jardín del Edén).
Sin embargo, en esta ocasión vamos a abordar la acepción más popular y extendida de la seducción, la que implica una sugestión o un convencimiento para conseguir un encuentro erótico o cualquier tipo de vinculación erótica o afectiva.
¿Seducir es un juego?
Rotundamente sí, lo es. Seducir es un juego muy complejo; a veces placentero, a veces divertido, a veces injusto, a veces doloroso, a veces frustrante… Pero un juego, y lo primero que se debería hacer es tratar de comprenderlo; sus reglas, sus trucos, sus riesgos, sus límites y sus tiempos.
Si disponemos de toda esa información vamos a poder decidir si jugar o no, y vamos a poder saber cómo jugar en el caso de que decidamos jugar a la seducción.
Si se decide jugar a la seducción es porque se ha tenido en cuenta cada aspecto del juego y, sobre la balanza, ha pesado más el placer o satisfacción que el dolor o el sufrimiento.
Seducir no es un juego de suma cero en el que si tú “ganas”, la otra persona “pierde”.
Más bien podría incluirse dentro de los juegos cooperativos: aquellos en los que los participantes no compiten, sino que buscan el beneficio conjunto.
De hecho, más que ser un juego cooperativo per se, si en el proceso de seducir el juego pasa a convertirse en cooperativo, será una señal inequívoca de que se está jugando bien.
Del mismo modo que se trata de encuadrar a la seducción dentro de la teoría de juegos, también es necesario separarla de algunos mitos que la rodean.
La seducción no es matemática, no es exacta ni excesivamente predecible.
Películas como Hitch: especialista en ligues (2005) han reforzado ideas como la del gurú que da consejos “infalibles” acerca de cómo se tiene que ligar o seducir, sin importar nada más. Esta idea está muy alejada de la realidad, porque existen tantas variables que entran en juego a la hora de seducir que es imposible controlarlas todas.
¿Qué variables psicológicas influyen en la seducción?
La psicología acude a nuestro rescate para entender mejor la seducción. Dicha disciplina, a través del estudio científico de la conducta humana, nos introduce qué variables son determinantes en el juego, para así, poder dar nuestra mejor versión.
Estas variables están lejos de ser consejos, pautas o instrucciones que funcionan de manera universal en cualquier contexto y con cualquier persona, sino más bien describen aquello que se debería tener en cuenta a la hora de participar en este juego.
Autoconocimiento y aceptación
En la medida en que nos conozcamos a todos los niveles podremos ser nosotros quienes fijemos los limites que tienen que ver con aquello que nos gusta y que no nos gusta, así como saber hasta dónde podemos llegar en el juego.
Existen contextos que nos favorecen más y contextos en los que no podremos mostrar nuestra mejor versión.
Aceptarse tal como uno o una es, un ejercicio mucho más difícil de lo que de antemano pueda parecer, se antoja inevitable para poder jugar las mejores cartas a la hora de seducir.
Expectativas
Es una de las variables que más malestar puede llegar a producir, debido a que es una fuente de malentendidos y confusiones cuando no es tenida en cuenta.
Fijar unas expectativas realistas es una forma de prevenir situaciones incómodas y de evitar sufrimiento.
Del mismo modo que unas expectativas demasiado altas con respecto a llegar a mantener una relación con alguien nos pueden frustrar si finalmente no se da esta relación, fijar unas expectativas demasiado bajas nos impedirá tener una actitud relajada y segura.
Atención
Adentrándonos en los procesos psicológicos básicos, la atención es el proceso que permite discriminar entre aquello que es importante y aquello que no, lo cual la convierte en una variable principal a la hora de seducir.
La atención nos va a permitir focalizar nuestros recursos cognitivos en acciones como fijarse en la comunicación de la persona con la que jugamos a seducir, en sus rasgos físicos, en su forma de vestir, en su estilo, en las otras personas que están a nuestro alrededor y en todas claves del contexto que nos den algún tipo de información que consideremos relevante, priorizándolas sobre otro tipo de estímulos.