Windows 10 permitirá aplazar las actualizaciones hasta una semana

Microsoft aprendió mucho con Windows XP. La más exitosa versión de la plataforma sobrevivió la friolera de 12 años aupada por los propios usuarios que se resistían a darle la espalda, hasta el punto que la firma tuvo que ‘matar’ XP y con un argumento muy sólido: la seguridad.

Como se sabe, la evolución de una versión de un sistema operativo no termina con el lanzamiento de la versión oficial: parches, mejoras de rendimiento, pero sobre todo, blindar la plataforma ante posibles brechas de seguridad hacen imperativo que el equipo de desarrollo trabaje de forma infalible creando diferentes mejores que llegan en forma de actualización.

Un mal necesario que en Windows 10 se había convertido en una pequeña pesadilla para muchos: estas actualizaciones forzosas no siempre llegaban en el mejor momento y ahora Microsoft va a permitir pausar estas mejoras durante un plazo de tiempo.

La próxima actualización de Windows 10 Home, la 19H1, que verá la luz en abril, incorporará la posibilidad de pausar las actualizaciones por parte del usuario durante siete días.

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Esta opción estaba ya disponible en la versión Profesional del sistema operativo y ahora por fin la compañía ha decidido extenderla a la versión doméstica del sistema operativo.

El hallazgo, a la espera de la confirmación oficial por parte de Microsoft, ha sido descubierto por Paul Thurrott cuando, al probar una de las últimas versiones de la beta, ha descubierto la existencia de esta función.

¿Cómo lograr este periodo de gracia una vez llegue la mencionada actualización? Se debe ir a los Ajustes del sistema, Actualización y Seguridad y ahí seleccionar Windows Update para activar esta pausa.

Como hemos avanzado, esta nueva función estaría disponible con la actualización que se espera el próximo mes de abril.

Se trata de impedir al sistema que instale las actualizaciones al menos durante siete días ¿por qué este plazo? Aunque Microsoft no ha emitido ningún comunicado al respecto, parece que es un periodo de tiempo suficiente para que el usuario se organice de cara a instalar las nuevas versiones, y no excesivamente largo como para que suponga un riesgo para la seguridad del sistema.

Conviene recordar que Microsoft fuerza las actualizaciones para asegurarse de que las versiones instaladas se encuentren ejecutando la iteración más segura y así evitar riesgos.

Dejar que el usuario instale a voluntad una actualización es temerario, y por este motivo se le obliga a instalar las nuevas versiones.

¿Cuál es el problema entonces? El principal inconveniente desde el punto de vista del usuario es la elevadísima frecuencia de actualizaciones de Windows 10, un ritmo que algunos usuarios califican como «pesadilla».

Cuando llega una nueva versión, el ordenador debe reiniciarse y en este proceso se fuerza el cierre de las aplicaciones, quejándose muchos usuarios de la pérdida de documentos por el camino. Por otro lado, si la actualización nos pilla de viaje de trabajo, el inconveniente se puede tornar en un auténtico inconveniente.