¿Sabías que el miedo te hace abrir los ojos?

Por absurdo o incongruente que parezca, la reacción natural del ser humano ante el miedo no es cerrar los ojos -como se creería- para evitar el susto; al contrario, los ojos se abren más y están en alerta como un mecanismo de defensa natural para detectar el peligro que nos acecha.

Aunque las reacciones de cada persona son distintas ante escenarios de miedo o terror, la única que es invariable es abrir los ojos, incluso, suelen abrirse más de lo normal.

Otras de las posibles manifestaciones físicas de temor podrían ser la sudoración, angustia, aceleración de los latidos del corazón y pulsaciones, entre otras.

Muy contrario a lo que muchos pensarían que sería la conducta natural del ser humano, en situaciones de miedo o peligro, el campo visual se amplía así como la sensibilidad ocular, para poder identificar los riesgos que nos acechan, es por eso que se abre más de lo normal.

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Esta respuesta ocurre como un mecanismo de defensa ante cualquier posible amenaza.

Las emociones controlan las reacciones

Dependiendo de las circunstancias en las que nos encontremos, los ojos responderán de distintas formas a estos estímulos, para así reflejarse también en expresiones faciales.

Un claro ejemplo de esto es que cuando sentimos rabia, coraje, enfado, o estamos en medio de una discusión, los ojos bloquean la luz y enfocan un punto, que generalmente es el detonante o la raíz de la molestia.

Al contrario del caso anterior, ante la ira y el enojo, la respuesta es que los ojos en vez de abrirse, tienen la tendencia a cerrarse, lo suficiente como para no perder de vista el objetivo de nuestro enfado.

¿Placer o ansiedad ante el miedo?

Nuestro cuerpo, ante cualquier situación de peligro, activa respuestas relacionadas con el escape o la protección, incluso podrían desencadenarse impulsos de ataque; por esta razón es que mientras algunos se paralizan y son incapaces de reaccionar, otros le hacen frente sin mirar atrás o simplemente corren por sus vidas.

La responsable o causante de estas respuestas en el ser humano es la adrenalina, que como ya sabemos es una sustancia química liberada por el cerebro para actuar o responder en situaciones extremas.

Esta hormona se activa en escenarios en los que nuestro cuerpo debe reaccionar a niveles más exigentes, incrementando la frecuencia cardíaca, sobre todo en casos de defensa y ataque o huida.