En circunstancias normales, es válido decir que Meghan Markle no debería prestar atención a lo que se dice de ella, ya que obviamente la única opinión que importa es la suya. Sin embargo, ese no es el caso, no cuando eres miembro de la familia real. Su suegra, la fallecida princesa Diana, experimentó en carne propia el acoso de los medios y la incesante presión que la corona ejerce sobre sus integrantes.

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Así, mientras que el príncipe Harry obviamente ama a Meghan por ser Meghan, y presumiblemente ella acepta que será imposible complacer a todos sin importar lo que haga y que sólo se estaría engañando a sí misma si cree que puede obtener lo mejor de los tabloides británicos, existe la opinión de alguien mucho más poderoso, el de su majestad la reina Isabel II.

Cuando Lady Di se convirtió en la persona favorita de los paparazzi y la prensa del corazón tenía 19 años. Realmente no estaba preparada para la desmedida atención que recibiría. En el caso de Meghan, siendo una mujer madura, de 36 años, con una carrera en Hollywood que la había acostumbrado a los fotógrafos y a la amplia exposición, las cosas parecían ser mucho más sencillas.

Descubre en el video de arriba la ‘cruda realidad’ que la princesa Diana descubrió cuando en 1981 se casó con el príncipe Carlos.