Todas las industrias están invirtiendo en su futuro, en innovación. Y la militar no iba a ser menos. Desde armas autónomas hasta realidad aumentada pasando por robots, el ejército estadounidense es uno de los más avezados en la carrera tecnológica global. Su última idea ha sido tratar de crear exoesqueletos para conseguir que los soldados sean más fuertes y resistentes. Se trata de un impulso para lograr el anhelo de lo que en el país norteamericano conocen como ‘supersoldados’.

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El Pentágono ha dejado millones de dólares en manos de la empresa canadiense Lockheed Martin Corp a fin de conseguir esta tecnología. La compañía ha sido una de las pioneras en crear exoesqueletos para ayudar a las personas con dificultades de movilidad derivadas de enfermedades como la esclerosis múltiple. Estos aparatos están revestidos de inteligencia artificial y cuentan con varios sensores que, colocados sobre los pantalones, ayudan a realizar los movimientos. El atractivo de esta tecnología es claro para los Estados Unidos: los soldados que se despliegan en zonas conflictivas suelen tener la rémora de equipajes muy pesados que suelen oscilar entre los 40 y los 60 kilogramos. “Esto supone que cuando la gente llega al combate ya está fatigada”, ha señalado Paul Scharre, uno de los líderes en las investigaciones del ejército sobre los exoesqueletos, en unas declaraciones recogidas por Reuters. “El desafío actual más importante es que las tropas tienen que cargar con demasiado peso”. Por el momento, los primeros prototipos están demostrando generar más resistencia en las personas.

En cualquier caso, Estados Unidos no es la única gran potencia que está experimentando con exoesqueletos. China y Rusia ya se han sumado a esta estrategia. De hecho, esta última ya ha hecho pruebas en Siria.

Polémica entre los gigantes tecnológicos

En muchas ocasiones, los ejércitos acuden a las grandes empresas tecnológicas para dotarse de soluciones. De hecho, ayer salió a la luz que Microsoft el contrato que Microsoft tiene con el Pentágono: la tecnológica de Redmond le ha vendido 100.000 gafas HoloLens por valor de 480 millones de dólares para dotar a los militares de soluciones de realidad aumentada. El objetivo es que aumente la capacidad de los soldados para detectar al ejército rival.

Estos contratos están a veces impregnados de polémica. Por ejemplo, Google se vio obligado a abandonar un proyecto por el cual investigaba el uso de la inteligencia artificial para mejorar la precisión de los ataques con drones debido a una carta de oposición al proyecto firmada por 3.000 empleados de la compañía. “Creemos que no deberíamos entrar en el negocio de la guerra”, aseguraban en la misiva. “Pedimos que la empresa redacte, publique y aplique una política clara que establezca que ni Google ni sus contratistas desarrollarán nunca tecnología de guerra”. Por el momento, las presiones de la fuerza laboral de la compañía han obtenido sus frutos.

CSO