La final de la Copa Libertadores se jugará fuera de Argentina el 8 o el 9 de diciembre

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La final sin fin entre River Plate y Boca Juniors sigue sin desenlace a la vista. La Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) ha decidido que la vuelta no se dispute en el estadio Monumental de River, sino fuera de Argentina. Pero aún queda mucha tela por cortar. Boca Juniors insiste en reclamar el título de campeón continental por descalificación de River, y asegura que si el Tribunal de Disciplina de la Conmebol no le da la razón, apelará, y si esa apelación tampoco funciona, recurrirá al Tribunal de Arbitraje Deportivo de Lausana (Suiza).

La final de la Copa Libertadores entre los gemelos bonaerenses (tanto River como Boca nacieron en el barrio portuario), enemigos acérrimos, ya ha consumido cuatro jornadas. En la primera, hubo que suspender porque la cancha de Boca Juniors, la Bombonera, quedó anegada por un diluvio. En la segunda se jugó y empataron a dos goles. En la tercera, el partido de vuelta en el Monumental de River se aplazó hasta el día siguiente porque el microbús que transportaba a los jugadores de Boca fue atacado a pedradas y al menos tres futbolistas sufrieron heridas. Al día siguiente, nueva suspensión porque los heridos no estaban recuperados.

Quizá no sea ese el problema más grave. Boca Juniors se muestra decidido a cobrar venganza por lo ocurrido en 2015, cuando fue descalificado de la Copa Libertadores en octavos de final porque los jugadores contrarios (River, precisamente) sufrieron un ataque con gases lacrimógenos cuando saltaban al césped para disputar el segundo tiempo. El presidente de Boca, Daniel Angelici, afirmó ayer a su regreso a Buenos Aires que no aceptará jugar ningún partido y que River debe ser castigado con la descalificación, aunque el ataque contra el autobús ocurriera fuera del estadio y fuera del perímetro de seguridad, donde la responsabilidad recaía en la policía.

Fuente: Meridiano