Industrias plásticas en El Salvador se adaptan a las nuevas necesidades con la contaminación ambiental

as de ocho millones de toneladas de plástico van a parar a los océanos cada año, según la Organización de Naciones Unidas (ONU), y las playas salvadoreñas no son la excepción. A escala global se ha lanzado una campaña “Mares limpios”, para disminuir esta problemática, y en cada país se han empezado iniciativas en la misma línea.

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En el caso salvadoreño recientemente se presentó a la Asamblea Legislativa un anteproyecto de ley que promueve “sustituir progresivamente la fabricación, distribución y comercialización de bolsas plásticas convencionales, que no sean renovables o compostables, a aquellas que sean amigables con el medio ambiente” en supermercados, almacenes o tiendas, y daría un plazo de un año para adaptarse a la norma.

En El Salvador apenas ha iniciado la discusión, en otros países como Guatemala, Perú, Chile y regiones como la Unión Europea, leyes similares ya han entrado en vigor, ya sea por orden legislativo o municipal.

Aunado a estas acciones gubernamentales, grandes corporaciones como McDonald’s, Unilever y Coca-Cola están implementando acciones para ir eliminando en el mediano plazo los plásticos de un solo uso de su cadena productiva.

Los actores del sector no están 100 % de acuerdo con esta nueva ola.

Luis Carlos Gómez, vicepresidente de la Asociación Salvadoreña de la Industria del Plástico (ASIPLASTIC), señala que la industria no es la culpable del problema per se, ya que ellos “tienen cero desechos y son los seres humanos irresponsables que no disponen adecuadamente de los productos y los desechan”. Además, considera que la iniciativa de las empresas de sustituir el plástico no resuelve el verdadero problema.

“Yo preferiría mil veces que hubieran declarado que van a disminuir su huella de carbono que eliminar las pajillas, porque eso no tiene impacto en el medio ambiente. Yo lo creería, si esas empresas dan un tratamiento adecuado a todos sus desperdicios y no van a dar a lagos o al mar. Esto lo hacen porque está de moda”, opina Gómez.

El sector plásticos es uno de los más dinámicos en El Salvador. En 2017, el 19.9 % de sus exportaciones estuvo compuesto por los esbozos de envases para bebidas. En segundo lugar estuvieron los empaques plásticos con una participación de 18.9 % y las bolsas plásticas con 17.4 %.

En cuanto a las importaciones, estas ascendieron a $687.5 millones (un crecimiento de 4.8 %) y el 17 % de las compras fue de polímeros de etileno en formas primaria.

Cambios

Pero las principales empresas no se han quedado de brazos cruzados, ante la demanda de los consumidores ya están dando los primeros pasos para desarrollar un portafolio de productos que se adapten a las nuevas exigencias del mercado, es decir, más “verdes”.

En el caso de Carvajal Empaques, desde principios de año sus plantas en El Salvador están haciendo estudios con resina de semilla de aguacate, resinas de maíz y productos con aditivos para descomponer el plástico en menor tiempo (de uno a cinco años). Actualmente están en la fase de producir las primeras presentaciones de platos y vasos, y se comercializarán a principios de 2019. Posteriormente se irán sumando otras presentaciones.

Fueron los socios comerciales de Guatemala los que se acercaron y solicitaron que les hicieran opciones de empaques más amigables con el medio ambiente a raíz de las prohibiciones en esa plaza.

Esta compañía produce diferentes tipos de contenedores para alimentos, bandejas, cubiertos, vasos y platos a partir de espumado y plástico rígido con una variedad de resinas. Cuenta con dos plantas en El Salvador, produce unas 790 toneladas mensualmente y un 80 % se exporta al resto de Centroamérica.

Ana Milena Muñoz, gerente de Sostenibilidad de Carvajal Empaques, dice que se harán inversiones importantes para atender los mercados de México, Estados Unidos y Centroamérica.

“La inversión para desarrollar el portafolio de la línea de productos de cartón rondará los $11 millones y para reforzar el reciclado de productos para usarlos en empaques de alimentos ya se emplearon $3 millones en Perú y Colombia, y la misma cantidad se empleará en las instalaciones en El Salvador el año entrante para tener esa misma tecnología”, manifiesta Muñoz.

Por su parte, la empresa Termoencogibles empezó a finales del año pasado, en el marco de una economía circular, la expansión de su planta de reciclado, para elaborar productos con ese material.

En 2014 reciclaron más 11,000 toneladas de desperdicios; en 2015, fueron 13,000 toneladas; para 2016 llegaron a 14,000 toneladas; el año pasado fueron 14,500 toneladas; y a septiembre de 2018, se llevan 15,000. Una buena parte se importa porque no hay suficiente material en el país.

Además, han dirigido sus esfuerzos en medir y minimizar la huella de emisiones de carbono mediante la sustitución de equipos y mejoras de procesos productivos.

Hugo Tona, gerente de RSE de Termoencogibles, asegura que hay una “cantidad significativa” de los productos que incluyen el material reciclado y se les da la opción a sus clientes de incluir productos con material reciclado, dependiendo de su finalidad.

“Tratamos de fomentar que las empresas usen productos fáciles de reciclar y les informamos de las ventajas y desventajas para buscar el empaque ideal”, afirma Tona.

Los representantes del sector dicen que será la demanda del mercado la que marcará el ritmo de migración a este tipo de productos verdes, cuyos costos de producción son hasta cuatro veces mayores.

“¿Está la ciudadanía preparada para que todo le salga más caro o que la industria le diga, por decreto, prohibido este producto? Ese tipo de legislaciones mal pensadas, que no son técnicas sino de moda han pasado y luego se revierten porque no hay materiales sustitutos”, recalca Gómez, de Asiplastic.

Habrá que esperar qué dicen los consumidores.

ElEconomista