¿Cuánta explotación infantil existe detrás de una barra de chocolate?

No hay cifras exactas al respecto pero la respuesta es clara: demasiado. En las plantaciones de Ghana y Costa de Marfil, principales productores de cacao, trabajan más de 2 millones de niños.

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Más del 70% de los granos de cacao que se venden en el mundo para los fabricantes de chocolate proceden de esas naciones africanas, según el Foro Internacional para los Derechos Laborales (ILRF), con sede en Washington.

Los mayores fabricantes del mundo, como Nestlé, Mars, Ferrero, Lindt & Sprüngli o Hershey, aseguran desde hace años que actúan contra el trabajo infantil, un problema grave en diferentes países. Pero la cifra de niños y niñas que recolectan cacao es cada vez mayor.

En Costa de Marfil el número de niños que trabajan en las plantaciones de cacao aumentó 59% entre 2009 y 2014, según un estudio de la Universidad Tulane de Nueva Orleans elaborado a partir de encuestas realizadas en 2,300 hogares de Ghana y Costa de Marfil. En Ghana, que cuenta con una mayor estabilidad política, la cifra cayó ligeramente en ese periodo.

Los niños africanos obligados a trabajar en las plantaciones de cacao, son expuestos a diversos peligros.

La mayor parte del trabajo infantil está oficialmente considerado como “peligroso”. En lugar de ir a clase, los niños llevan a cabo durante muchas horas un duro trabajo corporal. Se ven obligados a arrastrar pesadas cargas y a partir con machetes las vainas de cacao. El riesgo de sufrir heridas es elevado y además los menores se ven expuestos a peligrosos productos químicos.

Los más pequeños apenas tienen cinco años.

“La mayor parte de los productores de cacao vive en una pobreza extrema. Sólo reciben una fracción del precio por el que finalmente se venden los productos de chocolate”, explica recientemente la directora de campañas del ILRF, Abby McGill, en declaraciones al canal estadounidense CBC. Los cultivadores de cacao de África Occidental ganan menos de 2 euros al día, según McGill. Y ese exiguo salario debe repartirse entre numerosos miembros de la familia que trabajan en las plantaciones.

A la mayoría de los trabajadores no les queda otra opción que sacar a los niños de las escuelas para que ayuden en la recolección.

“Los agricultores dependen del barato trabajo infantil. No pueden permitirse pagar por trabajadores adultos”, afirma Jonas Fahiraman, economista de la Universidad Félix Houphouët-Boigny de Abiyán. “La única solución es aumentar el poder adquisitivo de los agricultores para que puedan invertir en sus plantaciones y cumplir con la legislación laboral”, sostiene.

Los fabricantes de chocolate son conscientes de la situación en su cadena de abastecimiento. “Ninguna empresa que utilice cacao de Costa de Marfil puede garantizar que (el trabajo infantil) no juega ningún papel”, reconoció en un comunicado el vicedirector general de operaciones de Nestlé, José López. “La lucha contra el trabajo infantil es de máxima prioridad en nuestra empresa”, agregó.
Los 12 mayores fabricantes del mundo, entre ellos Nestlé, se han comprometido a reducir significativamente el trabajo infantil en las plantaciones como tarde hasta 2020.

“Los programas en sí son positivos, pero sobre todo el interés de los propios fabricantes”, apunta McGill. A los cultivadores de cacao esas iniciativas les ayudan sólo de forma limitada. A largo plazo tienen que producirse cambios estructurales en el cultivo y comercio del cacao que rompan el círculo vicioso de la pobreza, señala, pues esa es la verdadera causa del trabajo infantil.

El negocio del chocolate va viento en popa y desde 2012 los precios subieron en casi un 40%, ya que la demanda mundial es mayor que la oferta.

NG