Ansiedad en Argentina por demorada superfinal de Libertadores

El superclásico argentino entre Boca Juniors y River Plate, inédita final de la codiciada Copa Libertadores, se jugará un día después de lo previsto si mejoran las condiciones climáticas en Buenos Aires, alargando el suspenso y la ansiedad de millones de fanáticos.

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La Conmebol se vio obligada a suspender el partido el sábado, luego de que los 110 milímetros de agua caídos desde las siete de la mañana hasta la tarde anegaron el césped de la cancha en la Bombonera, el mítico estadio de Boca donde se disputa la ida de la histórica final.

Pero la incertidumbre sigue. Está prevista una reunión de autoridades de la Conmebol y de ambos clubes este domingo a las 11H00 locales (14H00 GMT) donde se decidirá si se confirma la disputa del partido a las 16H00 locales (19H00 GMT), teniendo en cuenta que el pronóstico metereológico prevé que siga lloviendo hasta el martes.

“Dependerá del tiempo. Si esta noche o mañana hay otro diluvio, el campo no va a aguantar. Si llueve pero no con mucha intensidad, el campo va a drenar bien”, dijo el presidente de Boca y anfitrión, Daniel Angelici, una vez decidida la suspensión.

Los 53.000 hinchas xeneizes que colmaron las tribunas el sábado y se retiraron empapados y resignados volverán a llenar la cancha, para lo cual podrán utilizar el mismo pase.

Todas las miradas del fútbol mundial estuvieron puestas a lo largo de la jornada en la Boca, el barrio de clase obrera al sur de Buenos Aires donde está emplazada la Bombonera y donde todo se tiñe de azul y amarillo cuando juega el equipo xeneize.

Todo estaba listo para “el partido de los sueños” como lo definió el exseleccionador argentino y entrenador de Leeds United de Inglaterra, Marcelo Bielsa, pero el agua demoró la fiesta y extendió el suspenso de la final, que tendrá su revancha y definición en el estadio Monumental de River el próximo 24. Si el tiempo lo permite, claro.

“Hay que seguir muy enfocados. A nosotros nos dijeron que se juega mañana (domingo) a las 16H00”, declaró el delantero suplente Carlos Tevez, de regreso a la concentración junto al plantel xeneize.
– Duelo de titanes –

En cuanto a lo puramente deportivo, el Boca de Guillermo Barros Schelotto despliega el temperamento del volante Pablo Pérez, la calidad técnica del colombiano Wilmar Barrios y los goles de Ramón ‘Wanchope’ Ábila, Darío Benedetto o Cristian Pavón.

El poder de River, del Dt Marcelo Gallardo, se asienta en la fortaleza defensiva de Jonathan Maidana y Javier Pinola, los talentos de Gonzalo ‘Pity’ Martínez o Exequiel Palacios, y los goles del colombiano Rafael Santos Borré o de Lucas Pratto.

Entre las leyendas del fútbol destellan Diego Maradona y Juan Román Riquelme, estandartes históricos de Boca, y el ‘Matador’ Mario Kempes y el uruguayo Enzo Francescoli -el ídolo de Zinedine Zidane- en River.

– Copa Libertadores, una obsesión –

Boca y River son los dos clubes más populares de Argentina y representan juntos a un 70% de los hinchas en un país con 44 millones de habitantes donde se respira fútbol. Jamás se midieron en una final por la Copa que es obsesión de sus simpatizantes.

Esta será además la última final de ida y vuelta, ya que el reglamento cambiará a partir de la próxima edición y Santiago de Chile será sede de un único partido definitorio en 2019.

Boca suma seis Libertadores y busca la séptima corona para igualar al también argentino Independiente como los máximos ganadores de títulos del certamen continental, mientras River acumula tres. En el historial, los auriazules aventajan por 10 partidos ganados a los riverplatenses.

“La Copa Libertadores es mi obsesión”, cantaron los hinchas de Boca durante horas, desafiando la lluvia en espera de un partido que por ahora sigue en suspenso.

Sólo dos veces los dos archirrivales de Buenos Aires jugaron finales por torneos oficiales. En 1976, Boca le ganó a River el campeonato nacional por 1-0, y este mismo año River superó a su histórico rival por 2-0 y ganó la Supercopa local.

– Devoción y tragedia –

Las muestras de devoción por el llamado ‘hiperclásico’ fueron incontables en el preámbulo de la gran cita.

El japonés Isamu Kato, fanático del club xeneize, se tomó un avión y viajó 33 horas desde Tokio solo para acudir a la Bombonera y regresar a su país tras 22 horas en Buenos Aires, reveló en un tuit, espoleando una campaña entre simpatizantes “para que Isamu Kato pueda ver la final”.

La pasión también tuvo su página trágica en la madrugada del sábado, cuando cuatro socios de Boca que viajaban desde el sur del país para asistir al partido de ida murieron en un accidente en la ruta. El quinto acompañante, de diagnostico grave, pelea por su vida en el hospital, según la prensa.

Fuente: AFP