El presidente sirio Bashar al Asad discutió el domingo con un emisario ruso las opciones para “eliminar los obstáculos” en la creación de un comité constitucional exigido por la ONU y los países occidentales para ayudar a encontrar una salida a este país en guerra.
Durante una cumbre sobre Siria que se realizó la semana pasada en Estambul, los dirigentes de Rusia, Turquía, Francia y Alemania pidieron la creación antes de fin de año de un comité sobre el cual la ONU está trabajando para sentar las bases de una transición política.
En Damasco, Asad y el enviado ruso Alexander Lavrentiev coincidieron en la necesidad de que Rusia y Siria “continúen trabajando juntos para eliminar los obstáculos a la formación de este comité”, dijo la presidencia siria en un comunicado.
Un acuerdo ruso-turco para evitar una ofensiva del régimen sirio contra Idlib, último gran bastión insurgente y yihadista de Siria, ha permitido relanzar los esfuerzos para encontrar una solución política al conflicto, dando prioridad a este Comité Constitucional.
Desde enero, la ONU trabaja en la composición del comité que debería encargarse de elaborar una nueva Constitución, compuesto por 150 miembros: 50 elegidos por el gobierno sirio, 50 por la oposición y 50 por el enviado de la ONU incluyendo a expertos y representantes de la sociedad civil. Quince miembros de estas tres listas (5 por lista) serían responsables de redactar la nueva Constitución, de acuerdo con el plan de la ONU.
Pero Damasco no está de acuerdo con la composición de la lista de la ONU, según dijo a mediados de octubre el emisario de la ONU para Siria, Staffan de Mistura al Consejo de Seguridad, enfatizando entonces la necesidad de que el comité no esté dominado por una parte u otra.
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El régimen de Asad quiere hacer una proposición para esta tercera lista, en coordinación con Rusia, Irán y Turquía, según la ONU.
Pero incluso si se forma el comité, los analistas advierten que las discusiones sobre una Constitución de posguerra serán difíciles.
La guerra en Siria comenzó en 2011 tras la represión sangrienta de manifestaciones prodemocracia. Desde entonces ha provocado más de 360.000 muertos y millones de desplazados y refugiados.
AFP
