Francisco Díaz: el peor que llegó a ser el mejor

Llorar de felicidad. Esa es la primera memoria olímpica de Francisco Díaz. El vallista valenciano de 16 años se había hecho a la idea de que no lograría el boleto a Buenos Aires, luego de que la IAAF consolidara un primer listado que incluía a los tres criollos que aseguraron su pase en el Suramericano Menor de Cuenca y a una nueva adición, el saltador de altura Armando Bustos. Cuando ya daba todo por perdido, llegó aquella llamada confirmando su clasificación.

“Primero no lo creía, después lo que hice fue llorar”, reconoce el jovencito de 16 años que ha tenido que hacer grandes adaptaciones en los últimos meses, incluyendo pasar a manos de un nuevo entrenador, para mantener vivos sus sueños.

Francisco, quien marcó récord personal de 14.36 en Cuenca, se formó y especializó en las vallas de la mano del ex velocista Eudomar Pirela, pero en diciembre pasado, éste decidió adelantar un nuevo proyecto personal, dedicándose a la preparación física de una academia de beisbol.

Fue entonces cuando apareció en su camino Alfredo Rodríguez, el técnico detrás de David Franco, actual poseedor del récord nacional de 110 m con vallas en categoría menor (13.63) y el hombre que lo ha llevado a sus mejores registros.

“Ahora lo único que tengo entre ceja y ceja es el récord de David. Creo que sí se puede, estoy trabajando duro para mejorar, porque esa es la meta de cualquier atleta: romper los récords”, confiesa Francisco, quien entre otros valiosos consejeros ha contado con los tips de una compañera de entrenamiento de lujo como Génesis Romero.

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Curiosamente, con la clasificación de Francisco, Alfredo se ha convertido en el segundo de los hermanos Rodríguez con un atleta en la selección de pista y campo que asistirá a Buenos Aires. El menor, Johnny, fue el primero gracias a su pupilo Armando Bustos. Ahora Alfredo, que fue entrenador de Johnny en su época de atleta activo, suma también a Francisco, un jovencito de depurada técnica que tiene la meta de mejorar su salida y su velocidad para lograr la combinación perfecta de las vallas.

Cada paso hacia ese objetivo forma parte de un desafío personal de Francisco: “Yo era uno de los peores en las vallas cuando empecé, y por eso me quedé. En lugar de darme por vencido decidí entrenar y entrenar para ser el mejor”.

Francisco encuentra un sentido metafórico en su compromiso con las vallas: “En la vida siempre va a haber un obstáculo que tienes que pasar, de manera que mi prueba es como una filosofía de vida”.

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