¡Increíble! Potencia del Audi R8 V10

La escalada de potencia en los coches de hoy en día sigue adelante, y los deportivos que nos ocupan superan el increíble listón de los 600 caballos: 605 para el RS 6 Avant y 610 para el R8. 

¡Imagínate cómo son sus aceleraciones!

Te disparan el pulso, te pegan al asiento y te llenan el cuerpo de adrenalina. Puro vicio. Sin embargo, aparte de los cuatro aros que lucen en sus frontales y esa intención de apasionar al conductor.
Así, es bajo en altura, buscando un centro de gravedad lo más cercano al suelo, y la colocación del motor es la óptima para el dinamismo: central.
Con ello, aparece otra virtud, la belleza. Las líneas afiladas dan atractivo a su imagen, y aun sin el color naranja de la unidad de pruebas y sin su alerón trasero es un espectáculo, con dos maleteros que no alcanzan en conjunto los 350 litros, los propios de coches de la categoría del Audi A3.

Motores: semejante potencia, distinta personalidad

Con 5,2 litros y 10 cilindros en V, el R8 cuenta con el mismo motor de inyección directa e indirecta que emplea el Lamborghini Gallardo. Mientras, el RS 6 TFSI de inyección directa cubica 4 litros con 8 cilindros –también en V–, y sus potencias respectivas son de 610 y 605 caballos. Y la clave está en que el propulsor del RS 6 es sobrealimentado por dos turbos de doble entrada, y el otro, sin embargo, es atmosférico.
El motor 5.2 atmosférico, en posición central, puede verse desde el exterior del coche. El 4.0 biturbo, de 605 caballos, tiene más par y logra consumos inferiores. k5
Así, el sobrealimentado busca la potencia “pronto”: a 2.500 rpm entrega todo su par, 750 Nm, que son más y mejores que en el R8, a pesar de su mayor cilindrada, pues se quedan en 560 Nm a 6.500 vueltas. Mejores… según se mire. Porque el V10 empieza a brillar donde el V8 termina. La aguja escala el cuentavueltas más allá de las 8.000 rpm, donde hace mucho que el RS 6 ha subido una marcha más.
 Por otra parte, la refrigeración del R8 es por cárter seco, de nuevo, como en los mejores coches de carreras; así armado no hay problema de que en curva el aceite deje de lubricar correctamente.

¡EN MARCHA!

Al pisar a fondo el acelerador de estos dos potros, con los efectos citados en el primer párrafo de esta comparativa, la vida se difumina a un lado y otro mientras avanzas como un cohete hacia la primera curva.
 Es grandioso. A veces pienso en los que dicen que “eso es algo inútil, como los coches que pueden ir a más de 120 km/h”, y no puedo evitar reírme para mis adentros. Me recuerdan a los que afirman que el sexo es solo para tener hijos.
Decíamos que el RS 6 tiene más par y lo entrega antes, de manera que su fuerza inicial es superior.
Pero el R8 pesa 400 kilos menos (1.630 por 2.025 kg, ambos construidos en aluminino), y utilizando el Launch Control arranca con la aguja en el centro del cuentarrevoluciones, anulando las diferencias y logrando un paso de cero a cien ya superior: 3,2” frente a 3,7.

EN LAS CURVAS

Los dos modelos son lo suficientemente fáciles de pilotar como para, al entrar en una curva, permitir al conductor reducir la presión del freno, sin soltarlo, e iniciar el giro hacia el vértice de la trazada.
 Si lo hacemos con brusquedad, o soltamos gas de repente, la trasera del RS 6 apenas se insinúa, y la del R8 resulta algo más viva, sin llegar a ser nerviosa. Y en este punto hay más diferencias.
En el paso por curva, el R8 está en otra galaxia. Es muy, muy superior, porque desde que nació ha estado esperándolas: motor central, bajo centro de gravedad, mayor ligereza, más firmeza de la amortiguación… Ave María purísima. Como los mejores coches de carreras. El morro entra con más facilidad, la velocidad en el interior es mayor y, al límite, los derrapajes son de las cuatro ruedas a la vez.

PIANO, PIANO

Es la hora de apagar el botón Sport y volver a la vida real. Y aquí, como era de esperar, el RS 6 está en su elemento.
 Es capaz de suavizar más su amortiguación neumática, el par logra respuestas más ágiles sin perder la suavidad cuando ruedas  despacio y necesitas adelantar –así, el turbo marca su valía– y los viajes se hacen más placenteros. Y no hay problemas de espacio, ni para ocupantes ni para maletas.
Y en cuanto a consumos, sus cifras son mucho más bajas. Pero el R8 demuestra su polivalencia al resultar suave por ciudad (sus amortiguadores tienen regulación magnética), donde se conduce sin estrés, cosa que sorprende en un superdeportivo: no es una locura conducirlo a diario, un Mazda MX-5 es más estresante.
Fuente: Motor Zeta